Temporada de Patos
La historia de “Temporada de Patos” comienza en marzo pasado, cuando arribó sigilosamente a la XIX Muestra de Cine en Guadalajara.
Nadie tenía referencias de la película y a diferencia de sus competidoras, carecía de distribución.
Obviamente no era la favorita.
La apuesta sonaba un tanto arriesgada.
Filmada en blanco y negro, teniendo como única locación un departamento en el edificio “Niños Héroes” de Tlatelolco, protagonizada por cuatro desconocidos, la cinta de Fernando Eimbcke era una verdadera incógnita.
Se necesitó una exhibición a prensa e invitados especiales para que el destino de “Temporada de Patos” cambiara radicalmente.
Fue el fenómeno del certamen.
Bastó un abrir y cerrar de ojos para que los patos emprendieran el vuelo y surcaran los cielos de Guadalajara para cruzar el mundo entero.
Walter Salles, Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro alaban el trabajo hecho por Eimbcke en su ópera prima.
Casi tres mil personas abarrotaron el auditorio del Estado de Guanajuato durante la pasada edición de Expresión en Corto para ver esta película, lo mismo sucedió en el festival de Toronto y recientemente en el Morelia Film Fest, donde también tuvieron que abrirse proyecciones adicionales ante la demanda del público.
Los premios no han sido obra de la casualidad, la satisfacción del público tampoco.
La experiencia del director se remonta a la realización de videoclips musicales para grupos como El Gran Silencio y Plastilina Mosh, además de cortometrajes (“La Suerte de la Fea a la Bonita no le Importa”, “No sea malito”).
La trama está compuesta de puntos sencillos: cuatro jóvenes reunidos en un departamento (Daniel Miranda, Diego Cataño, Danny Perea y Enrique Arreola); un óleo de patos que vuelan sobre un lago, una pizza (mitad champiñones, mitad salami) y unos brownies con marihuana, Eimbcke ataca de lleno el encierro y la incomunicación en la que viven estos adolescentes de la Ciudad de México.
Usando los elementos anteriores, la historia nos presenta a Flama (Daniel Miranda) y Moko (Diego Cataño), dos adolescentes de 14 años que se reúnen en el departamento del primero, en Tlatelolco, en un domingo gris y monótono, con la intención de matar las horas jugando en el X Box.
Con un estilo muy casual, la narración empieza a tomar forma alrededor de un poco agraciado cuadro colgado en una pared de la sala y que muestra una parvada de patos que vuelan en formación “V”.
Este cuadro, por el que además los papás de Flama están peleando en su divorcio, es el mudo testigo de la llegada de una precoz vecina que les pide prestado el horno para terminar un pastel, de un repartidor de pizzas que se ve obligado a quedarse porque los muchachitos insisten en que la entrega llegó después de los 3o minutos y de una falla en el suministro de energía eléctrica que termina por cambiar el destino de todos.
Y es que la falta de luz obliga a los cuatro personajes a entrar en una interacción inevitable que no se hubiera dado en caso de que la consola de videojuegos estuviera funcionando.
Por lo tanto Flama, Moko, Rita (Danny Perea) y Ulises (Enrique Arreola), permiten que afloren sus personalidades conforme van socializando, lo que se va convirtiendo en un juego introspectivo que nos permite apreciar la naturalidad con que Eimbcke escudriña e interpreta el mundo de los adolescentes.
A propósito de esta singular historia y del inusitado éxito que ha rebazado nuestras fronteras, entrevistamos a Fernando Eimbcke, quien apenas se encuentra asimilando el éxito e impacto que la cinta ha tenido entre los espectadores.
- Luego de haber escrito el guión y filmado “Temporada de Patos”, ¿cuál es tu sentir al obtener tu película la ovación del público y la crítica en los festivales donde se ha presentado?
“Muchísima alegría. La hicimos con mucho corazón, dimos el alma en esta película”.
- ¿Cómo surge el guión?
“Fue una idea que en algún momento se me ocurrió de cómo cuatro personajes podían sobrevivir al tedio de un domingo. En lo particular yo odiaba los domingos. Teníamos que trabajar porque necesitábamos dinero y dejamos la idea de lado un tiempo. Después de algunos años retomamos ese concepto, lo empezamos a trabajar y salió lo que ya conocen.”
- ¿Existen vivencias personales en tu historia?
“Retomé los domingos que pasaba en mi casa con mi familia viendo la televisión, cuando se iba la luz nos quedábamos un rato sin saber qué hacer, transcurría el tiempo y empezábamos a platicar, entonces descubríamos cosas que no sabíamos de nosotros mismos a pesar de ser una familia. Traté de no identificarme demasiado con los protagonistas porque sino no los puedes castigar o hacer sufrir. Eso es lo que admiro de Woody Allen, castiga mucho a sus personajes porque logra separarse de ellos”.
- Parte de los premios que recibiste son estímulos económicos considerables, ¿piensas invertir este capital en algún proyecto?
“No pienso hacer otra cosa que escribir, escribir, escribir y tener la capacidad de desarrollar carpetas de producción para conseguir financiamientos, etc. Aunque es una muy buena cantidad (casi un millón de pesos) para hacer una película necesitas inversionistas mucho mas grandes”.
- Al momento de escribir “Temporada de Patos”, ¿tenías algún objetivo en mente?
“Hacer una película con una buena historia. Una historia donde el espectador se viera reflejado, que le dijera algo. Siempre nos concentramos en la historia, no nos importaba tener una fotografía espectacular, una música espectacular, nada. Nos importaba tener una historia espectacular.”
- El guión está cargado de muchos simbolismos ¿qué hiciste para traducírselo a los jóvenes actores?
“Jugando con ellos, fue un proceso extraño porque a veces no entendían bien lo que estaban haciendo, entonces tenían que seguir instrucciones muy concretas y después encontraban el hilo. Nos ayudó el que la filmación se realizara de forma cronológica y el que pudieran conectar la historia con su vida personal”.
- ¿Porqué usar la figura de los patos, tienen algún significado particular?
“La libertad, el vuelo, la posibilidad de emigrar hacia aguas más cálidas, hacia donde nos sentimos más cómodos”.
- ¿El proyecto fue pensado desde un inicio ser filmado en blanco y negro? ¿No era un tanto arriesgado, comercialmente hablando?
“Para hacer esta película hubo mucha revisión de los directores que han probado el blanco y negro en época de colores, lo que me permitió tener planos más largos y más contemplativos. El ritmo que da el negativo es bien diferente al ritmo en color. El blanco y negro son estas formas geométricas, volúmenes, mientras que el color genera mucha distracción. Nuestro productor, Christian Valdelievre (productor de “Sexo Pudor y Lágrimas”) sufrió una depresión que le duró tres días al conocer nuestra decisión de filmarla en blanco y negro, pero creo que al ver el resultado final y la respuesta del público, supo que fue la mejor decisión”.
- Los fade out (cuando la imagen se va a negro) que hay a lo largo de la cinta, ¿forman parte de la estructura narrativa, a manera de viñetas?
“Son transiciones de tiempo. La idea fue dar la impresión de un ritmo muy lento para sentir como va pasando el tiempo a lo largo de ese domingo. “Fades” que aparte fueron muy bien acompañados por la música de Alejandro Rosso y los Liquits”.
- La cinta gira alrededor de tres adolescentes y un adulto. ¿Fue adrede usar personajes que ni son niños, ni son jóvenes?
“Son personajes que no se han superado, que son muy jóvenes. La adolescencia es la edad más interesante del ser humano. Adoleces, te falta algo, todo te cuestiona, todo te disgusta, todo te preguntas, todo lo odias. No sabes lo que quieres, pero creo que, entre todo ello, sabes perfectamente lo que no quieres. Eso es lo padre. Los personajes superados me parecen aburridos y la gente no se identifica con ellos. Si fuésemos superados no seríamos los seres con conflictos y problemas, en la búsqueda de arreglarlos”.
La “Temporada de Patos”, apenas ha comenzado.
Se estrena a partir del 22 de octubre en la ciudad de México, Toluca, Cuernavaca, Puebla y Morelia para después recorrer el resto del país, siguiendo el esquema de distribución de las cintas independientes en Estados Unidos.
Correspondencia con esta columna que a veces se hace pato:
obsesionesmx@yahoo.com.mx
La historia de “Temporada de Patos” comienza en marzo pasado, cuando arribó sigilosamente a la XIX Muestra de Cine en Guadalajara.
Nadie tenía referencias de la película y a diferencia de sus competidoras, carecía de distribución.
Obviamente no era la favorita.
La apuesta sonaba un tanto arriesgada.
Filmada en blanco y negro, teniendo como única locación un departamento en el edificio “Niños Héroes” de Tlatelolco, protagonizada por cuatro desconocidos, la cinta de Fernando Eimbcke era una verdadera incógnita.
Se necesitó una exhibición a prensa e invitados especiales para que el destino de “Temporada de Patos” cambiara radicalmente.
Fue el fenómeno del certamen.
Bastó un abrir y cerrar de ojos para que los patos emprendieran el vuelo y surcaran los cielos de Guadalajara para cruzar el mundo entero.
Walter Salles, Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro alaban el trabajo hecho por Eimbcke en su ópera prima.
Casi tres mil personas abarrotaron el auditorio del Estado de Guanajuato durante la pasada edición de Expresión en Corto para ver esta película, lo mismo sucedió en el festival de Toronto y recientemente en el Morelia Film Fest, donde también tuvieron que abrirse proyecciones adicionales ante la demanda del público.
Los premios no han sido obra de la casualidad, la satisfacción del público tampoco.
La experiencia del director se remonta a la realización de videoclips musicales para grupos como El Gran Silencio y Plastilina Mosh, además de cortometrajes (“La Suerte de la Fea a la Bonita no le Importa”, “No sea malito”).
La trama está compuesta de puntos sencillos: cuatro jóvenes reunidos en un departamento (Daniel Miranda, Diego Cataño, Danny Perea y Enrique Arreola); un óleo de patos que vuelan sobre un lago, una pizza (mitad champiñones, mitad salami) y unos brownies con marihuana, Eimbcke ataca de lleno el encierro y la incomunicación en la que viven estos adolescentes de la Ciudad de México.
Usando los elementos anteriores, la historia nos presenta a Flama (Daniel Miranda) y Moko (Diego Cataño), dos adolescentes de 14 años que se reúnen en el departamento del primero, en Tlatelolco, en un domingo gris y monótono, con la intención de matar las horas jugando en el X Box.
Con un estilo muy casual, la narración empieza a tomar forma alrededor de un poco agraciado cuadro colgado en una pared de la sala y que muestra una parvada de patos que vuelan en formación “V”.
Este cuadro, por el que además los papás de Flama están peleando en su divorcio, es el mudo testigo de la llegada de una precoz vecina que les pide prestado el horno para terminar un pastel, de un repartidor de pizzas que se ve obligado a quedarse porque los muchachitos insisten en que la entrega llegó después de los 3o minutos y de una falla en el suministro de energía eléctrica que termina por cambiar el destino de todos.
Y es que la falta de luz obliga a los cuatro personajes a entrar en una interacción inevitable que no se hubiera dado en caso de que la consola de videojuegos estuviera funcionando.
Por lo tanto Flama, Moko, Rita (Danny Perea) y Ulises (Enrique Arreola), permiten que afloren sus personalidades conforme van socializando, lo que se va convirtiendo en un juego introspectivo que nos permite apreciar la naturalidad con que Eimbcke escudriña e interpreta el mundo de los adolescentes.
A propósito de esta singular historia y del inusitado éxito que ha rebazado nuestras fronteras, entrevistamos a Fernando Eimbcke, quien apenas se encuentra asimilando el éxito e impacto que la cinta ha tenido entre los espectadores.
- Luego de haber escrito el guión y filmado “Temporada de Patos”, ¿cuál es tu sentir al obtener tu película la ovación del público y la crítica en los festivales donde se ha presentado?
“Muchísima alegría. La hicimos con mucho corazón, dimos el alma en esta película”.
- ¿Cómo surge el guión?
“Fue una idea que en algún momento se me ocurrió de cómo cuatro personajes podían sobrevivir al tedio de un domingo. En lo particular yo odiaba los domingos. Teníamos que trabajar porque necesitábamos dinero y dejamos la idea de lado un tiempo. Después de algunos años retomamos ese concepto, lo empezamos a trabajar y salió lo que ya conocen.”
- ¿Existen vivencias personales en tu historia?
“Retomé los domingos que pasaba en mi casa con mi familia viendo la televisión, cuando se iba la luz nos quedábamos un rato sin saber qué hacer, transcurría el tiempo y empezábamos a platicar, entonces descubríamos cosas que no sabíamos de nosotros mismos a pesar de ser una familia. Traté de no identificarme demasiado con los protagonistas porque sino no los puedes castigar o hacer sufrir. Eso es lo que admiro de Woody Allen, castiga mucho a sus personajes porque logra separarse de ellos”.
- Parte de los premios que recibiste son estímulos económicos considerables, ¿piensas invertir este capital en algún proyecto?
“No pienso hacer otra cosa que escribir, escribir, escribir y tener la capacidad de desarrollar carpetas de producción para conseguir financiamientos, etc. Aunque es una muy buena cantidad (casi un millón de pesos) para hacer una película necesitas inversionistas mucho mas grandes”.
- Al momento de escribir “Temporada de Patos”, ¿tenías algún objetivo en mente?
“Hacer una película con una buena historia. Una historia donde el espectador se viera reflejado, que le dijera algo. Siempre nos concentramos en la historia, no nos importaba tener una fotografía espectacular, una música espectacular, nada. Nos importaba tener una historia espectacular.”
- El guión está cargado de muchos simbolismos ¿qué hiciste para traducírselo a los jóvenes actores?
“Jugando con ellos, fue un proceso extraño porque a veces no entendían bien lo que estaban haciendo, entonces tenían que seguir instrucciones muy concretas y después encontraban el hilo. Nos ayudó el que la filmación se realizara de forma cronológica y el que pudieran conectar la historia con su vida personal”.
- ¿Porqué usar la figura de los patos, tienen algún significado particular?
“La libertad, el vuelo, la posibilidad de emigrar hacia aguas más cálidas, hacia donde nos sentimos más cómodos”.
- ¿El proyecto fue pensado desde un inicio ser filmado en blanco y negro? ¿No era un tanto arriesgado, comercialmente hablando?
“Para hacer esta película hubo mucha revisión de los directores que han probado el blanco y negro en época de colores, lo que me permitió tener planos más largos y más contemplativos. El ritmo que da el negativo es bien diferente al ritmo en color. El blanco y negro son estas formas geométricas, volúmenes, mientras que el color genera mucha distracción. Nuestro productor, Christian Valdelievre (productor de “Sexo Pudor y Lágrimas”) sufrió una depresión que le duró tres días al conocer nuestra decisión de filmarla en blanco y negro, pero creo que al ver el resultado final y la respuesta del público, supo que fue la mejor decisión”.
- Los fade out (cuando la imagen se va a negro) que hay a lo largo de la cinta, ¿forman parte de la estructura narrativa, a manera de viñetas?
“Son transiciones de tiempo. La idea fue dar la impresión de un ritmo muy lento para sentir como va pasando el tiempo a lo largo de ese domingo. “Fades” que aparte fueron muy bien acompañados por la música de Alejandro Rosso y los Liquits”.
- La cinta gira alrededor de tres adolescentes y un adulto. ¿Fue adrede usar personajes que ni son niños, ni son jóvenes?
“Son personajes que no se han superado, que son muy jóvenes. La adolescencia es la edad más interesante del ser humano. Adoleces, te falta algo, todo te cuestiona, todo te disgusta, todo te preguntas, todo lo odias. No sabes lo que quieres, pero creo que, entre todo ello, sabes perfectamente lo que no quieres. Eso es lo padre. Los personajes superados me parecen aburridos y la gente no se identifica con ellos. Si fuésemos superados no seríamos los seres con conflictos y problemas, en la búsqueda de arreglarlos”.
La “Temporada de Patos”, apenas ha comenzado.
Se estrena a partir del 22 de octubre en la ciudad de México, Toluca, Cuernavaca, Puebla y Morelia para después recorrer el resto del país, siguiendo el esquema de distribución de las cintas independientes en Estados Unidos.
Correspondencia con esta columna que a veces se hace pato:
obsesionesmx@yahoo.com.mx
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