Alejandro Magno
El estreno de “Alexander” ha sido un duro golpe para los estudios Warner.
Era su carta fuerte de este año, luego de “Troya” y la tercera entrega de Harry Potter.
El filme que narra la corta vida del rey-guerrero macedonio, quien a los 25 años ya había conquistado el 90% del mundo “conocido” hace 2300 años, tuvo un costo de 155 millones de dólares de producción, sumado a 60 millones de dólares de promoción, ha sido vapuleado por la crítica y por si fuera poco, su desempeño en taquilla ha sido desastroso.
La de Alejandro Magno es sin duda una de las historias más asombrosas de la humanidad, ya que en poco menos de ocho años, y siendo apenas un muchachito, logró conquistar el noventa por ciento del mundo conocido en aquel entonces, extendiendo por la fuerza su reino desde Grecia hasta el Oriente Medio.
Así vemos su infancia, en la que tuvo gran influencia su madre Olympia (Angelina Jolie) y su padre, el Rey Felipe (Val Kilmer); su adolescencia, cuando empezó a desarrollar sus dotes como líder y guerrero; y su edad adulta, en la que el hambre de conquista lo llevó hasta su propia destrucción.
Y aunque su nombre no falta de los libros de historia que son lectura obligada en la educación básica, en el cine la presencia de Alejandro Magno ha sido más bien escasa y cuando se ha hecho películas, nuestro héroe (o dictador, como quiera verse) no ha salido bien parado.
Varias son las causas de que “Alexander “ no haya sido una buena película, entre ellas son un guión flojo, sin forma y un casting francamente malo.
Aparentemente, Oliver Stone se tomó tan en serio su trabajo que se pasó años escribiendo y reescribiendo el guión.
Contó con la ayuda de los especialistas más destacados en el tema y se gastó ciento cincuenta millones de dólares tratando de reconstruir la epopeya del rey macedonio.
Desgraciadamente, el principal problema que tiene “Alexander” es justamente su ambición.
Para empezar, la vida, estrategia y movimientos políticos de Alejandro Magno no son bien retratadas.
No permiten darnos una idea de la manera en que este hombre se desenvolvía en el mundo de la política, vamos, era un genio a la hora de negociar y llegar a acuerdos. Muchas de sus grandes victorias se dieron por la vía diplomática, desde luego, sus dotes de amante le valieron puntos extra.
La cinta deja fuera la motivación real del guerrero, de tal forma que las grandes batallas con todo el despliegue técnico y humano no tiene razón de ser al carecer de relevancia emocional, no hay conexión con el espectador, convirtiéndose en monótonas secuencias de violencia y sangre (las comparaciones con batallas de otras películas como “El señor de los anillos” son inevitables) que no llevan a ningún lado gracias a la ausencia de una narrativa ágil.
En la selección del elenco también se han cometido errores que pesan en el desempeño de la cinta.
Colin Farrell es un joven actor que promete pero el papel de Alejandro Magno le queda grande, por muchos esfuerzos que hace, no logra comunicar el porte e importancia de un rey guerrero.
Angelina Jolie da pena ajena en su sobreactuado papel como la pagana madre de Alejandro, más bien parece la amante lujuriosa a punto de aventársele encima.
Bueno, incluso Anthony Hopkins, como Ptolomeo, tiene dificultades para imprimir emoción en su larga y monótona narración.
Con muy pocas excepciones (entre ellos Val Kilmer, aunque usted no lo crea), el atractivo elenco le resta credibilidad a la cinta.
Y en cuanto a la controversial bisexualidad de Alejandro Magno, su fallido romance con Hephaistion (Jared Leto) es tan forzado y sintético que es difícil tomarlo en serio.
Tal vez si Stone se hubiera atrevido a meterle más pasión a esas escenas, la cinta seguramente hubiera adquirido un eje emocional, amarillista, pero tendría algo de donde sujetarse.
Sin embargo, el realizador prefirió construir un Alejandro que no tiene nada de Magno y sí mucho de niño inmaduro “hijo de papi”.
Dentro de los puntos buenos de la película tenemos las mencionadas escenas de batalla, es cierto, no hay nada no visto en otras cintas lo cual las llega a convertir por momentos tediosas (insistimos, demasiado largas y después de mucha pelea y sangre, da la impresión de que no pasó nada) aunque no por ello visualmente impresionantes.
La música de Vangelis está bien aplicada, a pesar de que ocasionalmente cae en el exceso dramático, algo habitual en el compositor.
La fotografía del mexicano Rodrigo Prieto es magnífica, atrevida y vistosa como podría esperarse.
Dentro de lo mal estructurado que se encuentra, el guión incluye interesantes paralelos entre la concepción de los macedonios como hombre libres y democráticos, haciendo hincapié en las ambiciones de Alejandro de liberar al resto del mundo de líderes tiranos que oprimen a sus pueblos sumiéndolos en la esclavitud (léase el actual Medio Oriente) y el discurso, de similares características, que desde todas las oficinas gubernamentales llega a los medios para justificar cuanta guerra e “injusticia” la Casa Blanca tenga enfrente.
Al igual que Alejandro, Bush Jr, como enviado de Dios, salvará al mundo.
Sólo que, a diferencia de aquél, que compartía el campo de batalla con sus soldados, éste se queda cómodo en la Casa Blanca dando ordenes vía satélite, totalmente ajeno a las nefastas consecuencias que provocan cada uno de los botones que aprieta.
“Alexander” es una ambiciosa propuesta de Stone que no funciona por su frialdad, artificialidad.
En el pecado lleva la penitencia.
Un poquito de pasión, emoción y apego a la realidad la hubieran catapultado al universo y más allá.
El hubiera no existe.
Nuestra Opinión: @@
Alejandro Magno
(Alexander, Estados Unidos-Reino Unido-Alemania-Holanda 2004)
Director: Oliver Stone
Guión: Oliver Stone, Christopher Kyle y Laeta Kalogridis
Fotografía: Rodrigo Prieto
Música: Vangelis
Con: Colin Farell, Angelina Jolie, Val Kilmer, Jared Leto, Rosario Dawson, Anthony Hopkins, Christopher Plummer
Duración: 173 minutos
Distribución en México: Warner Bros
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra
Correspondencia con esta conquistadora columna:
codigocine@yahoo.com
El estreno de “Alexander” ha sido un duro golpe para los estudios Warner.
Era su carta fuerte de este año, luego de “Troya” y la tercera entrega de Harry Potter.
El filme que narra la corta vida del rey-guerrero macedonio, quien a los 25 años ya había conquistado el 90% del mundo “conocido” hace 2300 años, tuvo un costo de 155 millones de dólares de producción, sumado a 60 millones de dólares de promoción, ha sido vapuleado por la crítica y por si fuera poco, su desempeño en taquilla ha sido desastroso.
La de Alejandro Magno es sin duda una de las historias más asombrosas de la humanidad, ya que en poco menos de ocho años, y siendo apenas un muchachito, logró conquistar el noventa por ciento del mundo conocido en aquel entonces, extendiendo por la fuerza su reino desde Grecia hasta el Oriente Medio.
Así vemos su infancia, en la que tuvo gran influencia su madre Olympia (Angelina Jolie) y su padre, el Rey Felipe (Val Kilmer); su adolescencia, cuando empezó a desarrollar sus dotes como líder y guerrero; y su edad adulta, en la que el hambre de conquista lo llevó hasta su propia destrucción.
Y aunque su nombre no falta de los libros de historia que son lectura obligada en la educación básica, en el cine la presencia de Alejandro Magno ha sido más bien escasa y cuando se ha hecho películas, nuestro héroe (o dictador, como quiera verse) no ha salido bien parado.
Varias son las causas de que “Alexander “ no haya sido una buena película, entre ellas son un guión flojo, sin forma y un casting francamente malo.
Aparentemente, Oliver Stone se tomó tan en serio su trabajo que se pasó años escribiendo y reescribiendo el guión.
Contó con la ayuda de los especialistas más destacados en el tema y se gastó ciento cincuenta millones de dólares tratando de reconstruir la epopeya del rey macedonio.
Desgraciadamente, el principal problema que tiene “Alexander” es justamente su ambición.
Para empezar, la vida, estrategia y movimientos políticos de Alejandro Magno no son bien retratadas.
No permiten darnos una idea de la manera en que este hombre se desenvolvía en el mundo de la política, vamos, era un genio a la hora de negociar y llegar a acuerdos. Muchas de sus grandes victorias se dieron por la vía diplomática, desde luego, sus dotes de amante le valieron puntos extra.
La cinta deja fuera la motivación real del guerrero, de tal forma que las grandes batallas con todo el despliegue técnico y humano no tiene razón de ser al carecer de relevancia emocional, no hay conexión con el espectador, convirtiéndose en monótonas secuencias de violencia y sangre (las comparaciones con batallas de otras películas como “El señor de los anillos” son inevitables) que no llevan a ningún lado gracias a la ausencia de una narrativa ágil.
En la selección del elenco también se han cometido errores que pesan en el desempeño de la cinta.
Colin Farrell es un joven actor que promete pero el papel de Alejandro Magno le queda grande, por muchos esfuerzos que hace, no logra comunicar el porte e importancia de un rey guerrero.
Angelina Jolie da pena ajena en su sobreactuado papel como la pagana madre de Alejandro, más bien parece la amante lujuriosa a punto de aventársele encima.
Bueno, incluso Anthony Hopkins, como Ptolomeo, tiene dificultades para imprimir emoción en su larga y monótona narración.
Con muy pocas excepciones (entre ellos Val Kilmer, aunque usted no lo crea), el atractivo elenco le resta credibilidad a la cinta.
Y en cuanto a la controversial bisexualidad de Alejandro Magno, su fallido romance con Hephaistion (Jared Leto) es tan forzado y sintético que es difícil tomarlo en serio.
Tal vez si Stone se hubiera atrevido a meterle más pasión a esas escenas, la cinta seguramente hubiera adquirido un eje emocional, amarillista, pero tendría algo de donde sujetarse.
Sin embargo, el realizador prefirió construir un Alejandro que no tiene nada de Magno y sí mucho de niño inmaduro “hijo de papi”.
Dentro de los puntos buenos de la película tenemos las mencionadas escenas de batalla, es cierto, no hay nada no visto en otras cintas lo cual las llega a convertir por momentos tediosas (insistimos, demasiado largas y después de mucha pelea y sangre, da la impresión de que no pasó nada) aunque no por ello visualmente impresionantes.
La música de Vangelis está bien aplicada, a pesar de que ocasionalmente cae en el exceso dramático, algo habitual en el compositor.
La fotografía del mexicano Rodrigo Prieto es magnífica, atrevida y vistosa como podría esperarse.
Dentro de lo mal estructurado que se encuentra, el guión incluye interesantes paralelos entre la concepción de los macedonios como hombre libres y democráticos, haciendo hincapié en las ambiciones de Alejandro de liberar al resto del mundo de líderes tiranos que oprimen a sus pueblos sumiéndolos en la esclavitud (léase el actual Medio Oriente) y el discurso, de similares características, que desde todas las oficinas gubernamentales llega a los medios para justificar cuanta guerra e “injusticia” la Casa Blanca tenga enfrente.
Al igual que Alejandro, Bush Jr, como enviado de Dios, salvará al mundo.
Sólo que, a diferencia de aquél, que compartía el campo de batalla con sus soldados, éste se queda cómodo en la Casa Blanca dando ordenes vía satélite, totalmente ajeno a las nefastas consecuencias que provocan cada uno de los botones que aprieta.
“Alexander” es una ambiciosa propuesta de Stone que no funciona por su frialdad, artificialidad.
En el pecado lleva la penitencia.
Un poquito de pasión, emoción y apego a la realidad la hubieran catapultado al universo y más allá.
El hubiera no existe.
Nuestra Opinión: @@
Alejandro Magno
(Alexander, Estados Unidos-Reino Unido-Alemania-Holanda 2004)
Director: Oliver Stone
Guión: Oliver Stone, Christopher Kyle y Laeta Kalogridis
Fotografía: Rodrigo Prieto
Música: Vangelis
Con: Colin Farell, Angelina Jolie, Val Kilmer, Jared Leto, Rosario Dawson, Anthony Hopkins, Christopher Plummer
Duración: 173 minutos
Distribución en México: Warner Bros
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra
Correspondencia con esta conquistadora columna:
codigocine@yahoo.com
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