La casa de los cuchillos



Cuando el cine se convierte en arte y exquisita belleza, el primer nombre que se nos ha de venir a la cabeza es el de Zhang Yimou, un director que ha llegado a unos extremos con sus dos últimas películas (“Hero” y la que aquí nos ocupa, “La casa de los cuchillos”) que prácticamente se convierte en un regalo para los sentidos el sentarse en una sala de cine y asistir a la apabullante hermosura de su historia, de su vestuario, ambientación, música, fotografía e incluso de sus protagonistas.

La historia de “La casa de los cuchillos” es un poco la típica del género de “wuxiá” (espadachines) que tan de moda puso “El Tigre y Dragón”.

Siglo IX, en China. La corrupción del gobierno provoca que surjan grupos rebeldes que luchan contra el poder establecido.

Uno de estos grupos es “Las dagas voladoras”, cuyo líder fue asesinado por los soldados del gobierno, pero que se está reorganizando.

A un cuartel de provincia llega el rumor de que en una casa de citas recién inaugurada hay una bailarina que podría estar implicada en este grupo, por lo que uno de los soldados es enviado a investigar.

Ante el silencio de la chica, que es detenida, y aprovechando su ceguera, el jefe del acuartelamiento ordena al joven subordinado que había ido a la casa de citas que ayude a la sospechosa a escapar y se gane su confianza para que le dirija al lugar donde se esconden “Las dagas voladoras”.

A pesar de las advertencias de su superior, el apuesto e impulsivo soldado se va implicando cada vez más en la lucha de la chica...



Los conceptos de amor, odio, pasión y venganza, elementos tan propios del cine oriental ­se trate de John Woo, Park Chan Wook, Wong Kar Wai o cualquier otro- sepultan a los personajes en un torbellino emocional de gran dramatismo, ya que la trama gira, fundamentalmente, en torno a tres protagonistas centrales que se ocultan secretos entre sí, abocados a un terrible desenlace, trágico e inevitable.

Tan sólo las escenas de acción ­-bastante abundantes- cortan en seco los momentos, más o menos tensos, de interacción personal entre el trío antagonista.

Pero todos están supeditados a una causa mayor, no son sino títeres al servicio de un Gran Hermano vigilante ­el Estado mismo o las Dagas Voladoras, según el caso, que ya existía en el siglo IX igual que existe y trata de controlarnos en la actualidad.

La labor de dirección y en todos los aspectos técnicos está extraordinariamente cuidada.

Zhang Yimou es, sin lugar a dudas, el referente mundial del cine chino.

Si ya lo era hace unos años, con sus primeras películas, más aún en la actualidad, una vez que ha popularizado en cierta medida su cine.



Los más puristas puede que digan que se ha “vendido”. Yo creo que no está mal este cambio: el hombre cumple su deseo de hacer películas como las que veía en su juventud y el público agradece el toque de calidad en un género que cada vez atrae a más gente.

Y es que tan sólo de un director como Zhang Yimou puede surgir una escena tan bella y compleja como la del baile del inicio, planteándole un reto a la danzarina protagonista.

Impresionantes son también la fotografía (digna candidata a los Oscar), la ambientación en todo lo relativo a vestuario y decorados, además de la música. Capítulo aparte merece también las locaciones, con un bellísimo paisaje ucraniano pasando por chino, que se convierte en un elemento indispensable de la película.

Resulta imposible no hablar de su trío protagonista.

A Zhang Ziyi la conocemos prácticamente todo el mundo, por lo que sería reiterativo alabar su increíble belleza, acompañada de grandes dotes para la danza, la lucha y la interpretación.

Menos popular resulta su compañero de aventuras, Takeshi Kaneshiro, una estrella del pop japonés y actor de éxito en su país, que está como para hacerle un monumento y ponerlo en la puerta de la Gran Muralla china. El tercero en discordia es Andy Lau, uno de los grandes del cine en Hong Kong.



No parece estar mal escogido el reparto: tres “megaestrellas”, una japonesa, una hongkonesa y una china con proyección internacional, que aseguran a la película una amplia penetración en el mercado asiático y en el resto del mundo.

Ahora bien, ni un solo pero a esta elección, porque cada uno de ellos ha conseguido dotar a sus personajes de los rasgos justos y adecuados.

Y todo ello en el incomparable marco visual de los parajes de la China medieval, que para este caso se han localizado en una Ucrania cromáticamente fascinante.

El trabajo del director de fotografía Zhao Xiaodiang es impresionante, y los colores primarios alcanzan una intensidad que va más allá de lo visto con anterioridad en la misma “Hero” o en “El Tigre y dragón”, otro ejemplo de la mirada atrás que están llevando a cabo los directores más consagrados.

Desde luego que estamos ante una película muy recomendable: para los que les guste el género de las artes marciales, pero también, y casi diría que en mayor medida, para los amantes del cine o, simplemente, para quiénes deseen ver una película bella en todos los posibles sentidos.

Nuestra Opinión: @@@@

La casa de los cuchillos
(House of flying daggers, China 2004)
Director: Zhang Yimou
Guión: Li Feng, Zhang Yimou, Wang Bin
Música: Shigeru Umebayashi
Fotografía: Zhao Xiaoding
Con: Takeshi Kaneshiro, Andy Lau Tak Wah, Zhang Ziyi, Song Dandan
Duración: 119 minutos
Distribución en México: Artecinema
Estreno: 29 abril
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra

Correspondencia con esta épica columna:

codigocine@yahoo.com



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