King Kong



Peter Jackson tenía mucho interés en hacer un remake que no aporta nada nuevo.

Por si fuera poco, esta nueva revisión a la historia de amor entre gorila gigante y doncella, dura el doble que la versión original, más de tres horas.

No hay nada nuevo bajo el sol, es cierto, pero Peter Jackson se confirma como el rey del espectáculo.

En su forma más simple, la trama de esta historia es una variación de leyenda de la bella y la bestia.

Con Jackson en la silla del director, esto se convierte en un trampolín para una jornada fantástica que juega con las expectativas del público mientras expande la capacidad de su imaginación.

La historia de “King Kong”, se remonta al Nueva York de la década de los treinta, cuando todos sus habitantes estaban enfrentando los estragos de la Gran Depresión.

Para la actriz Ann Darrow (Naomi Watts) esto se convierte en una cruda realidad cuando el teatro donde se gana la vida cierra permanentemente.

La situación precaria de la protagonista la lleva a cruzar sus pasos con Carl Denhan (Jack Black), un director de cine sin escrúpulos.


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Al momento de conocerlo, el director está en proceso de llevar su nueva producción a una isla desconocida para huir de las garras del estudio que lo ha estado financiando.

Ann acepta el papel para poder trabajar con Jack Driscol (Adrien Brody, su dramaturgo favorito).

Lo que ninguno de ellos sabe es que su travesía a Skull Island los obligará a encontrarse con una criatura monstruosa que cambiará sus vidas para siempre

El filme no es del todo una oferta perfecta (las tres secciones que dividen la trama del filme no tienen el balance dramático necesario), pero como espectáculo que aprovecha todas las posibilidades del medio, ningún otro largometraje de esta temporada podrá competir con la creación monstruosa de Peter Jackson.

Durante la primera hora Jackson presenta a sus protagonistas y el contexto social donde éstos viven con una agilidad visual que le daría envidia al mismo Steven Spielberg.

De la misma forma, el director aprovecha la jornada en el bote para desarrollar la relación romántica entre Ann y Jack, a la vez que le rinde tributo a su propio romance con la producción original de 1933.

Una vez la trama llega a la isla, el director y su equipo de producción desatan las fantasías de su niñez con secuencias que parecen provenir de una secuela de Jurassic Park.


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De hecho, uno de los tropiezos mayores de la producción es invertir tanto tiempo en esta sección, algo que logra que el conocido desenlace con King Kong suelto en las calles de Nueva York resulte anticlimático

Pese a todo, no es una película a la que se le puedan reprochar muchas cosas.

En sus dos aspectos más básicos, historia y realización, alcanza niveles de excelencia.

“King Kong” es uno de esos raros y agradables ejemplos en los que los efectos especiales tienen su muy justificada razón de ser.

El trabajo de los efectos especiales es brillante, sobresaliente en el caso del protagonista de la película.

Puede que Kong sea el personaje con más humanidad de todo el metraje. Su mirada, sus expresiones, aun estando dentro de repertorio animal están llenas de significado, y tienen un realismo casi aterrador.


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Aterrador por lo conseguido con la técnica y por lo estupendo de la captación de los estados de animo.

Y por eso mismo tiene poco de aterrador en cuanto al monstruo, porque este gorila de ocho metros, aparece cercano y familiar desde el primer momento.

Los propios escenarios, guiados por una estupenda dirección artística son memorables y contribuyen de manera notable a crear los espacios emocionales del filme.

Lo que se ve en el fondo de cada escena, por decirlo de alguna manera, habla también de lo que está pasando en esa escena, y en plus fantástico, nos retrotrae en infinitos homenajes a cientos de películas que hemos visto previamente.

La fotografía (a cargo del mismo director de la trilogía de “El señor de los Anillos”), es un actor más. Hacía tiempo que no se veía un color tan bonito en un filme.

La manera en que todo está iluminado en “King Kong”, ayuda a construir un mundo irreal, casi mítico, tanto en los espacios naturales como en la gran ciudad.


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Si es verdad que hemos visto Nueva York muchas veces en el cine, también es verdad que pocas veces como lo podremos ver en esta cinta.

Los planos aéreos dejando adivinar Queens o Brooklyn al fondo, son magníficos.

Jackson ha fotografiado el Empire State con un respeto y reverencia inusitados.

Y es verdad que ésta ya era una imagen icónica existente en la original. El Rey de la Creación sobre el más importante edificio del mundo.

Revisión del cuento de Madame Beaumont, la historia de King Kong aparece como el descubrimiento de la ternura interior por encima de las circunstancias exteriores.

Pero también, y ahí está el grandísimo acierto de Jackson respetando este espíritu, es una fábula cruel en la que el ser humano aparece retratado como inferior al mundo animal.

En “King Kong” no hay diferencia entre los salvajes de la Isla de la Calavera y el refinado público de Times Square.

Seres deshumanizados incapaces de competir con el gorila cuando éste contempla a la bella Ann Darrow. Dos seres desplazados de y en su mundo, capaces de compartir la belleza de una puesta de sol.


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Si algo hay reseñable en esta película, más allá de los efectos especiales, es el espléndido pulso a la hora de ir desarrollando los personajes y las relaciones entre los mismos.

Incluso el atinado casting.

Jack Black, un actor sobresaliente, es capaz de ir convirtiendo su hilarante personaje en un ser repugnante, depositario de lo más deleznable del showbiz. Adrien Brody, vuelve a prestar su difícil físico para un carácter vulnerable que se crece cuando realmente hace falta.

Naomi Watts, aparece guapísima. La actriz logra encontrar la lógica y la emoción de su personaje, transformando el rol clásico de una víctima en una verdadera heroína. Su relación con el Rey Kong es profundamente emotiva, aunque Jackson se ha guardado mucho de caer en la sensiblería.

No hay que olvidar un merecido reconocimiento para Andy Serkis (dio vida a Gollum en la trilogía de “El señor de los anillos”), que ahora ha calcado (literalmente) a Kong, y ojo a Thomas Kretschmann, el capitán del navío que parece que tiene cierta habilidad para robar escenas sin mucho esfuerzo.

En definitiva, Jackson logra una nueva versión de “King Kong” a la altura de las expectativas, incapaz de eclipsar el culto que generó la original, pero que la enfrenta de tú a tú.

Entre las estampas del proyecto faraónico surge la inmensidad de lo íntimo y la gran herida del amor.

Al igual que el enorme gorila, Jackson ha asegurado para siempre su lugar en la historia del cine.

El director que empeñó media vida en reunir anillos de oro por tierras hostiles ha saldado una cuenta pendiente con su infancia, con el recuerdo de aquellos años en los que sus ojos de niño extasiado y espantado veían como unos avioncitos ametrallaban y mataban a Kong en la cumbre del mundo.

Nuestra Opinión: @@@@

King Kong
(Nueva Zelanda-Estados Unidos 2005)
Director: Peter Jackson
Guión: Fran Walsh, Philippa Boyens y Peter Jackson, sobre una historia de Merian C. Cooper y Edgar Wallace
Fotografía: Andrew Lesnie
Música: James Newton Howard
Con: Naomi Watts, Jack Black, Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Colin Hanks, Andy Serkis
Duración: 187 minutos
Distribución en México: UIP
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra

Correspondencia con esta monstruosa columna:

codigocine@yahoo.com




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