Recuento 2005: las 30 mejores películas

Fueron casi 300 cintas las estrenadas en cartelera comercial, otra cantidad igual en los principales festivales de cine que se realizaron en diferentes momentos en México.

Nuevamente tomamos el riesgo de hacer una selección de lo que desde nuestro particular punto de vista, fueron las mejores cintas exhibidas durante el 2005, de enero a diciembre.

La intención es no dejar en el olvido propuestas de calidad, películas que dejaron huella entre los espectadores que las gozaron al filo de la butaca, independientemente de los premios y festivales en los que participaron.

Solo tomaremos en cuenta aquellas cintas que se exhibieron comercialmente, dejando de lado títulos fascinantes que pudieron verse en festivales y que muy probablemente veremos en este espacio el siguiente año: “Los tres entierros de Melquíades Estrada”, “Caché”, “Sangre”, “In your hands”, “Boats Out of Watermelon Rinds”, “Toro Negro”, “Grizzly Man”, “L´enfant”, “Last Days”, “The Story of the Weeping Camel”, “Rosario Tijeras”, “Me and you and everyone we know”, “Noticias Lejanas”, más lo que se acumule.

No fue nada sencillo el realizar esta lista, pues mas allá de acudir a los archivos de nuestra mente y de la columna, tuvimos que hacer un análisis a fondo sobre el valor de cada cinta.

Es una lista muy subjetiva, pero usted querido lector, tiene la última palabra.

En el mismo tenor que este espacio ha mantenido en sus años de existencia, hay variedad en cuanto a géneros y características de los filmes mencionados, lo mismo cine comercial o alternativo.

Varias de estas propuestas llegaron con bastante retraso, tuvieron una exhibición pobre, con apenas tres o cuatro copias que recorrieron mismo número de ciudades, sin darle oportunidad al espectador ávido de buen cine de echarles un ojo, por lo que es buena oportunidad de buscarlas en su videoclub favorito.

Como ya es costumbre, el listado de cintas no está ordenado de forma especial.

Antes de dar paso con la lista, queremos desearles a todos nuestros lectores un inmejorable 2006 lleno de salud, dicha, amor y desde luego, de dosis abundantes de buen cine.

- Top 32 2005

- Una vida iluminada
(Everything is Illuminated, Estados Unidos 2005)
Director: Liev Schreiber
Guión: Liev Schreiber, basado en la novela de Jonathan Safran Foer
Fotografía: Matthew Libatique
Música: Paul Cantelon
Con: Elijah Wood, Eugene Hutz, Boris Leskin, Laryssa Lauret, Jonathan Safran Foer, Jana Hrabetova, Stepan Samudovsky, Oleksandr Choroshko
Duración: 106 minutos



Liev Schreiber (a quien quizás recuerden como actor en la original “Scream” y en el reciente remake de “The Manchurian Candidate”) ha resultado ser uno de esos incipientes prodigios, pues su película “Una Vida Iluminada” muestra raro balance y firmeza al abordar una historia compleja y sumamente cambiante.

La trama sigue al joven judío Jonathan Safran Foer (Elijah Wood) en un viaje en automóvil por la moderna Ucrania, donde busca a la mujer que salvó la vida de su abuelo durante la Segunda Guerra Mundial.

Lo acompañan en su viaje el locuaz Alex (Eugene Hutz) como su ineficiente pero gracioso traductor; el Abuelo de Alex (Boris Leskin) como chofer "ciego"; y Sammy Davis Jr. Jr., la perra guía del invidente anciano.

Alex y su abuelo son marginalmente anti-semitas, pero, como en toda buena “road movie”, los personajes aprenderán cosas nuevas sobre sí mismos y sobre sus compañeros de viaje.

Liev Schreiber nos lleva de la mano a través del viaje de tres hombres y un perro a las raíces mismas de la tolerancia, el amor filial y la comprensión de otras culturas.

Además de presentarnos una trama conmovedora y muy divertida, lo que más llama la atención de “Una Vida Iluminada” es la fluidez de sus emociones.

Durante la primera mitad de la película se mantiene un tono de comedia que bordea en la farsa, con el joven Jonathan enfrentando las idiosincrasias de sus anfitriones ucranianos.

No obstante, conforme avanza la cinta, el tono evoluciona de forma sutil pero orgánica, llevándonos inexorablemente a un desenlace devastador, que cierra de forma consistente y creíble el arco dramático de la película y de sus personajes.

“Una Vida Iluminada” está basada en una novela semi-biográfica del autor judío Jonathan Safran Foer.

Sin embargo, el valor de esta historia es que no es exclusiva de esa cultura; los temas que toca y el mensaje que expresa podrían igualmente aplicarse a los armenios en Turquía, los Tutsi en Ruanda, o a cualquier otro grupo perseguido injustamente.

Y es esta universalidad lo que eleva la sencilla trama a niveles emocionalmente épicos, aunque su forma se mantenga elegantemente íntima.

- Batman Inicia
(Batman Begins, Estados Unidos 2005)
Director: Christopher Nolan
Guión: David Goyer y Christopher Nolan, sobre un argumento de David Goyer y personajes creados por Bob Kane
Fotografía: Wally Pfister
Música: James Newton Howard y Hans Zimmer
Con: Christian Bale, Liam Neeson, Ken Watanabe, Cillian Murphy, Michael Caine, Morgan Freeman, Gary Oldman, Katie Holmes
Duración: 141 minutos



De entrada, hay que aclarar que la cinta no es una “precuela” de las películas anteriormente filmadas.

Christopher Nolan tenía la difícil misión de recuperar el espíritu original de la historia y devolverle su pisoteada dignidad al hombre murciélago en esta producción, cuyo guión se centra en mostrar los inicios de las andanzas del enmascarado gótico.

Nolan cumple su misión de manera precisa, devolviendo al personaje sus frustraciones, temores y el corrosivo deseo de venganza que mueve su lucha contra el crimen, y Ciudad Gótica vuelve a ser la urbe decadente y oscura.

El guión transforma los traumas de infancia de Bruce Wayne en visiones realmente atormentadoras.

Eso redunda en que -por primera vez- Batman da miedo e inquieta. Es un ser alado que, como él mismo lo explica, busca que sus enemigos compartan sus temores, en un tono más cercano al drama psicológico.

No es que Nolan abandone la historieta, sino que hace menos evidente el vínculo.

Lo que Nolan hace es olvidarse por un rato de los efectos especiales (es decir, ponerlos en función de la trama) y centrarse en la construcción del carácter del personaje.

Aquí radica su mayor logro.

Le da al Batman que se conoció en la primera película de 1989 una razón para actuar como lo hace.

Además, lo muestra humano, pasible de conflictos internos que puedan llegar a alterar su carácter. Y muestra cómo un simple hombre (salvando obviamente las distancias con cualquier mortal) puede convertirse en súper héroe si cuenta con los medios necesarios (dinero y gente dispuesta a desarrollar tecnologías para su mejor desempeño).

El resto de los elementos típicos de la serie permanece: están los villanos de turno (Ra’s Al Ghul y El Espantapájaros), un plan maestro que parece sacado de las series de los años 40 (tomar el control del agua), la chica que lo desvela (Katie Holmes) y sus fieles colaboradores (Alfred y el teniente Gordon), pero el realizador no comete el error de sus antecesores: jamás deja que los malos sean más estruendosos y llamativos que Batman como sucedió con la genial interpretación de Jack Nicholson encarnando al Guasón.

El otro punto fuerte que tiene la película es su elenco, que reúne a rostros consagrados como Michael Cane, Morgan Freeman, Gary Oldman y Liam Nelson, que aportan su talento para dar vida al inseparable mayordomo, un astuto científico, al comisionado Gordon y a Ducard. Katie Holmes esta muy bien como la incorruptible y aguerrida fiscal, aún cuando su personaje es el que menos matices presenta.

Insistimos. Christian Bale es sin duda alguna el mejor Batman que se haya visto nunca. Su interpretación -gracias a un genial desarrollo del personaje en el guión-, no se reduce a hacer de galán en la vida pública y repartidor de mandobles por la noche. Es un tipo con miedo, con sentido del humor, inseguro, pero a la vez valiente, decidido y terrorífico.

En resumen,”Batman Inicia” es una película que consigue atrapar con fuerza y solidez.

- Intervención Divina
(Intervention divine/Yaddon ilaheyya, Palestina-Francia-Marruecos-Alemania, 2002)
Dirección y guión: Elia Suleiman
Fotografía: Marc-André Batigne
Con: Elia Suleiman, Manal Khader, Jamel Daher, George Ibrahim, George Khleifi, Nazira Suleiman y Michel Piccoli
Duración: 92 minutos




El filme es una sucesión de agresiones mostradas desde el ridículo, lo cual nos transporta a un humor tan ácido como demoledor.

Pero esta mirada es desde Palestina y son sus gentes las que son ferozmente satirizadas a partir de la nula solidaridad que tienen entre sí.

Más allá, ese enemigo que habita en Israel, será salvajemente tratado como tal, sin sutilezas. Los enamorados que encarnan el propio Suleiman y Manal Khader, y que habitan uno en cada lado, deberán conformarse con citarse en un estacionamiento cerca del puesto de control, sólo para tocarse las manos.

¿De qué trata Intervención divina?

Paradójicamente, parece difícil decirlo en pocas palabras, considerando que se trata de un filme eminentemente visual, casi mudo, organizado a la manera de una progresión y encadenamiento de gags sorprendentes.

Transcurre en Ramallah, en Jerusalén y en los checkpoints bajo control israelí que dividen a los dos bandos en pugna.

A ambos lados de ese límite claramente artificial, hecho de soldados, vehículos militares y alambres de púas, reina una violencia larvada, cotidiana, que se expresa de una manera absurda en las situaciones más triviales.

“Intervención divina” ironiza en dos tiempos.

En una primera etapa, se ríe de los palestinos que habitan Ramallah, en una mezcla de comedia costumbrista y humor del absurdo: vecinos que viven y buscan hacerle la vida imposible al prójimo.

En la segunda, el blanco son los soldados israelíes que regentean severamente puestos de control.

Este filme tan bello como intenso, no se entrega nunca al discurso. Su lenguaje es el del permanente conflicto audiovisual y, en ese sentido, es como si retomara viejas pautas del mejor cine para desarrollarlas creativamente.

Su mirada escéptica y despojada nos muestra un mundo caótico y sin esperanzas, a punto de estallar como esa olla que cierra el filme. De este lado quedan las injurias, los retos y las guerras y esas manos de los amantes acariciándose al borde de la desesperación, cautivos de su negra poesía.

- La casa de los cuchillos
(House of flying daggers, China 2004)
Director: Zhang Yimou
Guión: Li Feng, Zhang Yimou, Wang Bin
Música: Shigeru Umebayashi
Fotografía: Zhao Xiaoding
Con: Takeshi Kaneshiro, Andy Lau Tak Wah, Zhang Ziyi, Song Dandan
Duración: 119 minutos



Cuando el cine se convierte en arte y exquisita belleza, el primer nombre que se nos ha de venir a la cabeza es el de Zhang Yimou, un director que ha llegado a unos extremos con sus dos últimas películas (“Hero” y la que aquí nos ocupa, “La casa de los cuchillos”) que prácticamente se convierte en un regalo para los sentidos el sentarse en una sala de cine y asistir a la apabullante hermosura de su historia, de su vestuario, ambientación, música, fotografía e incluso de sus protagonistas.

La historia de “La casa de los cuchillos” es un poco la típica del género de “wuxiá” (espadachines) que tan de moda puso “El Tigre y Dragón”.

Siglo IX, en China. La corrupción del gobierno provoca que surjan grupos rebeldes que luchan contra el poder establecido.Uno de estos grupos es “Las dagas voladoras”, cuyo líder fue asesinado por los soldados del gobierno, pero que se está reorganizando.

A un cuartel de provincia llega el rumor de que en una casa de citas recién inaugurada hay una bailarina que podría estar implicada en este grupo, por lo que uno de los soldados es enviado a investigar.

Ante el silencio de la chica, que es detenida, y aprovechando su ceguera, el jefe del acuartelamiento ordena al joven subordinado que había ido a la casa de citas que ayude a la sospechosa a escapar y se gane su confianza para que le dirija al lugar donde se esconden “Las dagas voladoras”.

A pesar de las advertencias de su superior, el apuesto e impulsivo soldado se va implicando cada vez más en la lucha de la chica...

La labor de dirección y en todos los aspectos técnicos está extraordinariamente cuidada.

Zhang Yimou es, sin lugar a dudas, el referente mundial del cine chino.

Capítulo aparte merece también las locaciones, con un bellísimo paisaje ucraniano pasando por chino, que se convierte en un elemento indispensable de la película.

Todo ello en el incomparable marco visual de los parajes de la China medieval, que para este caso se han localizado en una Ucrania cromáticamente fascinante.

El trabajo del director de fotografía Zhao Xiaodiang es impresionante, y los colores primarios alcanzan una intensidad que va más allá de lo visto con anterioridad en la misma “Hero” o en “El Tigre y dragón”, otro ejemplo de la mirada atrás que están llevando a cabo los directores más consagrados.

Desde luego que estamos ante una película muy recomendable: para los que les guste el género de las artes marciales, pero también, y casi diría que en mayor medida, para los amantes del cine o, simplemente, para quiénes deseen ver una película bella en todos los posibles sentidos.

- Star Wars Episodio III: La Venganza de los Sith
(Star Wars-Episode III: Revenge of the Sith, Estados Unidos 2005)
Dirección y guión: George Lucas
Fotografía: David Tattersall
Música: John Williams
Con: Ewan McGregor, Natalie Portman, Hayden Christensen, Samuel L. Jackson, Ian McDiarmid, Christopher Lee, Jimmy Smits, Anthony Daniels, Frank Oz
Duración: 140 minutos



¿Es “La venganza de los Sith” la mejor entrega de toda la saga?

Difícil cuestión.

Lo que está claro es que es la clave entre las dos trilogías. Da sentido a las cinco restantes, y como último capítulo facturado aborda un tono oscuro y fatalista que nunca antes se había visto por estas galaxias.

Porque si esta película merece la calificación de sobresaliente, es por la dimensión tremendamente humana (donde se conjuga lo mejor y lo peor) que se le ha querido dar a su personaje principal.

Hubiera sido muy fácil explicar el cambio de Skywalker a través del simple afán de poder, pero ¿para vender el alma al diablo existe una razón mejor que el amor?

Anakin se convierte en un esclavo desde el mismo momento en que conoce a Padmé, y aunque cambiará de dueño, esa condición no desaparecerá hasta que en el episodio VI llegué la redención a través del hijo.

No esperen sorpresas de peso en el argumento de “La venganza de los Sith”, puesto que se trata del tercer episodio de una serie de seis.

El gran protagonista de la serie galáctica no es, por tanto, Luke Skywalker ni Obi Wan Kenobi ni Han Solo. Éste no es otro que Anakin y su lóbrego alter ego, víctima del amor arrebatado, la presuntuosidad juvenil y la ambición desmedida.

Pero “La venganza de los Sith” no es sólo la historia de un joven que se quiere beber la vida y de una historia de amor muy desdichada.

También es una reflexión sobre el mundo que nos ha tocado vivir y que a nadie le resultará indiferente.

El personaje de Padmé (Natalie Portman) es el que soporta mayormente el relativismo del filme con sus dudas sobre cuál es “el bando correcto”, aunque de sus labios también saldrá una de las mejores frases del filme: “Así es como muere la libertad: con un estruendoso aplauso”, un reflejo de cómo en los peores momentos de la historia siempre ha habido una gran mayoría alegre y confiada en que se hacía lo mejor.

También se reflexiona sobre el concepto absoluto de “paz” que utilizamos hoy en día, seguros de que no existe nada por encima de la “paz”. Y sin embargo, la paz no significa nada sino está amparada por la libertad.

Anakin conseguirá “la paz” a un precio muy caro. Tan caro que acabará con los valores que le convierten en un Jedi, y con lo que más quiere. Consigue la paz renunciando a todo lo que es y en lo que ha creído. El emperador sí que será capaz de asegurar la paz perpetua. Afortunadamente esa “paz” acabará con la sublevación de los Jedi en las tres últimas entregas.

En lo que al espectáculo se refiere, la película no defraudará a nadie.

Una película emocionante, llena de aventura y con numerosos niveles de significación que satisfarán a los que van buscando el mero encontronazo de sables y a los que busquen temas para una apasionante tertulia.

- Lemony Snicket: Una Serie de Eventos Desafortunados
(Lemony Snicket's A series of unfortunate events, Estados Unidos 2004)
Director: Brad Silberling
Guión: Robert Gordon sobre las obras de Daniel Handler
Música: Thomas Newman
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Con: Jim Carrey, Meryl Streep, Emily Browning, Likam Aiken, Timothy Spall, Luis Guzman, Jude Law, Kara Hoffman, Shelby Hoffman
Duración: 108 minutos



“A Series of Unfortunate Events” se basa en tres novelas: The Bad Beginning, The Reptile Room y The Wide Window, adaptadas por Robert Gordon y narradas por Jude Law, asumiendo la voz de Lemony Snicket y dándole a la película un tono entre siniestro y juguetón.

La cinta narra las desdichas de los hermanos Sunny (Kara/Shelby Hoffman), Violet (Emily Browning) y Klaus Baudelaire (Liam Aiken), quienes se ven solos en el mundo cuando sus padres mueren trágicamente en el misterioso incendio de su hogar. Lo que no saben es que sus penalidades solo acaban de empezar, ya que pasan a ser custodiados por el avaricioso Conde Olaf (Jim Carrey), un pariente lejano que pretende heredar a toda costa la fortuna de los Baudelaire.

El vivo y sano interés que el cine infantil siente en los últimos años por la literatura está permitiendo la revitalización de un género poco cuidado (obviando las cintas de animación), aunque se deba más bien al éxito de sus obras de referencia que a la calidad de éstas.

Sin embargo, y quizá abrumados por tantos años de Harry Potter, las historias de los hermanos Baudelaire, narradas por Lemony Snicket, consiguen insuflar aún más vida a las aventuras pensadas con el bolsillo para los niños e ideadas con la pluma y la cámara para los más creciditos.

El nivel de oscuridad que muchos esperaban de “El Prisionero de Azkabán”, bastante contenido, se perfila aquí, a través de los hermanos huérfanos, vinculados, al igual que todo desamparado que se precie, desde Oliver Twist hasta el archifamoso mago con gafas, a un tutor de mala calaña, el pie de esas (poco numerosas) catastróficas desdichas.

La película, al contrario que la saga Potter, posee un fuerte sentido de la narración y, sobre todo, de la estética.

“Lemony Snicket: Una serie de eventos desafortunados” es cine infantil-juvenil inteligente. Una deliciosa fábula sobre el tesón y el infinito potencial infantil para dejar en pañales, si es preciso, los argumentos adultos, sobre el amor fraternal y la necesidad de ir de cara ante las dificultades.

- Las tortugas pueden volar
(Lakposhtha hâm parvaz mikonand, Iran-Irak 2004)
Dirección y Guión: Bahman Ghobadi
Fotografía: Shahriar Assadi
Música: Housein Alizadeh
Con: Soran Ebrahim, Saddam Hossein Feysal, Avaz Latif, Hiresh Feysal Rahman
Duración: 95 minutos



La Guerra de Irak ha sido el hilo conductor de unas cuantas películas en los dos últimos años, desde que Estados Unidos y sus aliados entraron en el citado país y derrocaron el régimen de Sadam Hussein.

Cineastas como Michael Moore o Robert Greenwald han intentado esclarecer las raíces de un conflicto que parece ser eterno, pero sus documentales se quedan en la parte más institucional, plagados de declaraciones de gente con esmoquin que vive a miles de kilómetros de la masacre y no ha visto un tanque en su vida.

Son filmes que rebosan buenas intenciones, pero insuficientes.

Los niños que protagonizan la última película de Bahman Ghobadi, “Las tortugas no pueden volar”, son seres humanos que han tenido que crecer demasiado deprisa, impulsados por la obligación de enfrentarse con la muerte a cada paso.

Son huérfanos cuyas extremidades las ha podido segar una mina, una bomba o una bala; niños, adultos que odian antes de reconocer lo que es el odio.

La cámara traspasa así los muros de la desinformación introduciendo al espectador en una realidad mostrada sin medias tintas a la hora de describir las circunstancias y necesidades de los chicos que habitan un pequeño pueblo kurdo antes y durante el conflicto.

Particularmente estremecedor resulta el momento de la compra de armas a cambio de minas, o la desactivación de estas a cargo de un muchacho mutilado, con su boca como única ayuda. Y qué decir del pasado de los personajes: mutilaciones, entierro de familiares, violaciones y todo tipo de matanzas componen el espeluznante lienzo de recuerdos entre los que se mueve la película.

Por desgracia todo suena demasiado creíble, demasiado veraz.

Y es que este es un filme sin tapujos, sin prejuicios y sin políticos. Sin dictadores ni salvadores. Aquí sólo hay niños en medio de un infierno inaccesible para nosotros, marginados por un dolor imposible de compartir y sin embargo cercano gracias a Bahman Ghobadi, un hombre que mira a su pueblo desde muy adentro, como debe ser.

- Código 46
(Code 46, Reino Unido, 2003)
Director: Michael Winterbottom
Guión: Frank Cottrell Boyce
Fotografía: Marcel Zyskind y Alwin H. Kuchler
Música: David Holmes
Con: Samantha Morton, Tim Robbins, Nina Fog, Om Puri, Emil Marwa, Christopher Simpson, Jeanne Balibar, Nina Sosanya, Shelley King
Duración: 92 minutos



El futuro presentado en “Código 46” es el más próximo, objetivo y deprimente de cuantos hemos visto últimamente.

En un mundo marcado por una globalización absoluta, los que están “fuera” no existen más que para mediatizar a los que están “dentro”, los globalizados, diferentes, perfectos, impolutos habitantes de ciudades en las cuales se da la mayor de las paradojas y la más grande de las lacras: la deshumanización del ser humano y su mundo a manos del propio ser humano (hoy tenemos un ejemplo palpable en las relaciones Primer Mundo – Tercer Mundo, marcadas por el aprovechamiento voraz del primero y el empobrecimiento continuo del segundo).

Sin embargo, si ahora nos podemos permitir cierta rabia contra la injusticia dominante, en el futuro que pinta Michael Winterbottom no hay lugar para la infelicidad o la solidaridad con otros seres humanos que no tengan sus papeles en regla, una especie de seguro y visado en la misma tarjeta.

La gente que no vive según las reglas de clonación y genética imperantes en “La Esfinge” es como si dejara de existir; es la actualidad a lo grande, sin fronteras entre países pero con una barrera más alta y fuerte, infranqueable y descorazonadora.

En medio de este tórrido universo donde el sol no goza de muy alta estima (exponerse a sus rayos puede ser mortal), no es fácil que una pareja de amantes salga adelante con tantas trabas globales. Y más complicado resulta cuando uno de ellos es un falsificador de visados (seguimos pegados a la realidad) o en el momento en que se descubre que poseen un ADN similar.

Winterbottom no maneja grandes escenarios ni recrea instrumentos futuristas por simple megalomanía; aquí la dialéctica máquina-hombre se sustituye por la de hombre-hombre, pues no hacen falta los últimos avances en electrónica e informática para mostrar que el mundo se nos está escapando de las manos.

El borrado de recuerdos específicos está a la orden del día, y los últimos planos de María (Samantha Morton) perdida en el desierto reflejan un futuro sin amor tanto como un amor sin futuro.

Una aldea global impermeable a la humanidad del ser humano donde sólo encontramos algo del pasado en una colcha bordada con afecto, lejos de las máquinas y del hombre-máquina que algún día estamos destinados a ser.

Filme imprescindible e indescriptible, “Código 46” es la visión de un instante racional de un posible destino (más cerca de “Gattaca” que de “Minority Report”, pero en la misma línea) que nos deja desalentados ante la inmensa probabilidad del triunfo de la sinrazón por el bienestar, del escepticismo ante la piedad.

- Las horas del día
(España 2003)
Dirección: Jaime Rosales
Guión: Jaime Rosales y Enric Rufas
Fotografía: Oscar Durán
Edición: Nino Martínez
Con: Alex Brendemühl, Ágata Roca, María Antonia Martínez, Pape Monsoriu, Vicente Romero, Irene Belza
Duración: 103 minutos



Abel es un hombre común. Vive con su madre, tiene un pequeño negocio y una cariñosa novia. Sin duda es un tipo normal y simpático. Sin embargo, bajo su apariencia de hombre tranquilo y afable, se esconde un secreto perturbador que no tiene explicación ni sentido. Abel es una persona que disfruta matar ocasionalmente, sin ninguna razón aparente.

El español Jaime Rosales, en su primer filme, presenta a un asesino serial, pero no uno maquiavélico y perverso (como si trabajara dentro del género del thriller), sino un Abel que es mucho más que la encarnación del mal o el producto de algún trauma psicológico.

Este Abel (personaje irónicamente llamado como la más famosa de las víctimas de la Biblia) es como todos los demás barceloneses, tan sólo que, algunas veces, y sin demasiado motivo específico, asesina.

El tratamiento de Rosales se aleja totalmente del suspenso, lo que entregaría tan sólo el retrato de un serial killer aburrido con su vida, maltratado, con mala suerte y, sí, un poco perturbado, para preferir los tiempos dilatados, las cámaras casi fijas, los planos que trabajan más lo auditivo que lo visual, pero también, con gran maestría y dilación, la sorpresa.

“Las horas del día” es un filme visceral, doloroso, violento, pero no por lo que muestra o dice, sino por lo que evita o deja fuera del alcance cámara: la falta de motivos para los actos de crueldad de Abel, que van desde matar hasta arruinar la boda de su amigo o intentar no pagar la indemnización a su empleada, se basan en que la película construye una realidad carente de sentido, sin objetivo, ni nada demasiado atractivo que ofrecer a quienes la viven.

Éste es un tipo de cine difícil de ver para quien no está acostumbrado a los tiempos dilatados, por lo que pide un nivel de reflexión del espectador, acorde con la propuesta de Rosales de, sencillamente, no explicar nada.

Los logros y el valor de “Las horas del día” sobresalen, más que nada, gracias a las impávidas actuaciones, siempre contenidas y totalmente armónicas a la propuesta integral del filme (siendo especialmente valiosa la interpretación de Ágata Roca como Tere, la novia de Abel), y debido al manejo del ritmo cinematográfico que Rosales posee, donde la lentitud y el vacío dicen mucho más que la extravagancia narrativa y el despliegue de virtuosismos técnicos.

- Guía del viajero Intergaláctico
(The Hitchhiker's Guide to the Galaxy, Estados Unidos-Reino Unido 2005)
Director: Garth Jennings
Guión: Douglas Adams y Karey Kirkpatrick, basado en los libros de Douglas Adams
Fotografía: Igor Jadue-Lillo
Música: Joby Talbot
Con: Martin Freeman, Sam Rockwell, Mos Def, Zooey Deschanel, Alan Rickman, John Malkovich, Anna Chancellor
Duración: 109 minutos



Estamos ante un producto de ciencia ficción poco convencional, por lo tanto la cinta no es tan fácil de reseñar.

Más cuando la trama se basa en explicar gráficos y tiene muchos juegos de palabras y humor negro.

De ahí que no sea para todos los gustos.

De hecho, me atrevería a decir que para aquellos que no conozcan y aprecien los libros de Douglas Adams, es posible que les parezca una mala película o simplemente no la entiendan.

Las novelas de Adams explotan el humor del lenguaje: sus neologismos intergalácticos son famosos y por supuesto, cuando la narrativa se va por la tangente es precisamente cuando Adams demuestra su genialidad.

Muchos cuestionaban cómo se podía filmar por ejemplo la famosa guía del viajero.

Al final de cuentas sí se pudo.

Arthur Dent (un excelente Martin Freeman) está a punto de perder su casa, la única que queda en pie en los alrededores, ante la inminente construcción de una nueva vía rapida.

Pero no hay nada que temer, ya que Ford Perfect (Mos Def) llega al rescate, se lleva a Arthur al bar de la esquina y le dice que tome cuanta cerveza pueda, ya que el mundo se va a acabar.

Para demostrarlo, Ford levanta el pulgar derecho y le dice la famosa frase “Don't Panic!” y de repente ambos terminan en una gigantesca nave espacial en frente de la tierra. Justo a tiempo, pues lo inevitable sucede.

Arthur y Ford se ven atrapados en una serie de absurdas aventuras como polizontes espaciales, primero siendo capturados por los terribles e insoportables Vogons, una desagradable raza de monstruos burocráticos, para luego acompañar al esquizofrénico y farsante Zaphod Beeblebrox (Rockwell), el presidente de la galaxia, quien se ha robado una modernísima nave para intentar descubrir el secreto sobre la pregunta más importante del universo (la pregunta, porque la respuesta ya la conocen, y es 42).

Zaphod es acompañado en la nave por Trillian (Deschanel), una terrícola a quien conoció en una fiesta, casualmente mientras esta conversaba con Arthur, y por Marvin (cuya voz es interpretada genialmente por Alan Rickman), un robot super inteligente, pero que a la vez es infinitamente depresivo.

La película contiene uno de los personajes secundarios más irónicos y deliciosos de la ciencia ficción, un robot maniaco depresivo llamado Marvin quien infecta la narrativa con crisis existenciales de la psicología barata de los años 1970.

”Guía del viajero Intergaláctico” tiene secuencias delirantes que valen el boleto de entrada, como aquella donde aparece brevemente John Malkovich como líder de un peculiar culto o bien cuando los tripulantes al viajar por el hiper espacio se convierten en hilo de estambre, por mencionar algunas.

Una perspectiva diferente de la ciencia ficción: divertida, irreverente y políticamente incorrecta.

- El Secreto de Vera Drake
(Vera Drake, Gran Bretaña-Francia 2004)
Dirección y guión: Mike Leigh
Fotografía: Dick Pope
Música: Andrew Dickson
Con: Imelda Staunton, Phil Davis, Peter Wight, Alex Kelly, Daniel Mays
Duración: 126 minutos



La cinta comienza sumergiéndonos de lleno en el devenir diario de la vida de la protagonista (esbozando en apenas unos pocos planos los rasgos de un personaje cargado de humanidad, inocencia, alegría y optimismo) y en su entorno, decididamente humilde aunque impregnado de cierta seguridad y del calor familiar.

Y es en esos primeros momentos cuando Leigh nos muestra, como parte del deambular cotidiano de la protagonista, la tarea a la que Vera Drake dedica secretamente parte de su tiempo, la realización de abortos a jóvenes con pocos medios.

Leigh, al igual que su protagonista, procura no enfatizar en la narración este hecho para redundar en la idea de normalidad que tiene en la vida de Vera.

La Vera Drake de la primera mitad del filme es un personaje lleno de vitalidad y entrega, que nunca pierde su sonrisa y que tararea cancioncillas sin cesar.

En sus encubiertas acciones abortivas muestra el mismo entusiasmo y optimismo que en sus otras actividades cotidianas y en su relación con los demás. Se trata de un personaje de un humanismo exacerbado que se plantea su tarea ayudando a chicas a abortar como un acto de fe y de bondad.

A lo largo de todo el filme Vera se empeña en repetir que “ayuda a jóvenes con problemas” y nunca pronuncia la palabra aborto.

De esta manera, retomamos el Leigh interesado en los problemas del núcleo familiar, de las relaciones interpersonales. El director vuelve a sus cuadros de familia y se adentra en las alegrías y tristezas de sus personajes, presentando un muestrario de personalidades fácilmente reconocibles para los seguidores del autor británico.

Mientras el espectador va construyendo este microcosmos social y emocional, Leigh nos va preparando, a través de la trama de la investigación policial, para el golpe de gracia: en mitad de una celebración familiar se desencadena el drama en toda su amplitud.

Es aquí donde comienza el calvario de la protagonista, y desaparece el tono amable del film para dar paso a la angustia y la devastación: en lo que queda de metraje no volveremos a ver a Vera sonreír.

A partir de entonces el director se centra en el drama de una familia asolada por la desgracia y la incomprensión.

Esta es la parte más sobrecogedora del filme, con momentos verdaderamente apabullantes, que vienen remarcados por la grandeza interpretativa de Imelda Staunton que pasa de la animosidad afable del principio al estado de shock permanente durante la segunda mitad, mostrando de una forma mucho más que convincente la desesperanza, terror y vergüenza que siente su personaje.

Se trata, por todo lo dicho, de una obra “mayor” (si no la mejor) dentro de la filmografía de Mike Leigh, en tanto que reúne gran parte de los recursos habituales del autor, hilvanados de una manera brillante para construir un discurso directo, sencillo y a la vez desgarrador: la cuidadísima puesta en escena, un montaje dinámico que hace avanzar la historia siempre desde varios puntos de vista, un guión preciso y escueto hasta la saciedad que apenas deja momentos de respiro y la mirada de su autor, humana y comprometida, que evita los juicios morales.

- La guerra de los mundos
(War of the Worlds, Estados Unidos 2005)
Director: Steven Spielberg
Guión: Josh Friedman y David Koepp basado en la novela de H.G. Wells
Fotografía: Janusz Kaminski
Música: John Williams
Con: Tom Cruise, Dakota Fanning, Tim Robbins, Miranda Otto, Justin Chatwin
Duración: 116 minutos



Lo mínimo que se espera de una super producción hollywoodense es que sea entretenida.

Podrán gastarse centenas de billetes verdes haciendo una película, pero la experiencia de disfrutarla de principio a fin con la fiel compañía de una bolsa de palomitas y un refresco, no tiene precio.

“War of the Worlds” es una de esas agradables excepciones.

Vamos, pese a quien le pese, cada que se juntan Steven Spielberg, Janusz Kaminski y John Williams, el resultado supera las expectativas.

“La guerra de los mundos” es entretenimiento en su más pura expresión.

Spielberg no descubre el hilo negro, pero hace una interesante y moderna adaptación, con elementos actuales.

Tom Cruise interpreta a Ray Ferrier, un venido a menos obrero divorciado de New Jersey que se ve obligado a cuidar a sus hijos —Robbie y Rachel (Dakota Fanning)— por unos días. La cinta apenas se demora en perfilar el conflicto de su protagonista cuando ya estamos de lleno en el meollo del asunto: una extraña tormenta que inutiliza cualquier artefacto. De ahí, el infierno que envuelve al planeta.

Tal como en la novela de Wells, las explicaciones sobran. No hay argumentos que den a entender el ataque alienígena ni la siempre histérica defensa de los militares.

Sólo es la perplejidad y el terror de ciudadanos comunes que deambulan por las calles sin entender qué está pasando.

La novela de H.G Wells ha sido filmada varias veces; notablemente, siempre en tiempos de crisis internacionales. Teniendo los aires de la Segunda Guerra Mundial de por medio, Orson Welles aterrorizó a millones de norteamericanos con su famosa versión radioteatral.

Esta nueva versión también llega en un momento en que los estadounidenses se sienten profundamente vulnerables.

Que esta megaproducción llegue en tiempos de fragilidad emocional y paranoia, puede sin duda analizarse en términos sociológicos e incluso políticos.

Un acierto de Spielberg fue el crear y transmitir una atmósfera de miedo: ese sentimiento de impotencia al estar en una situación fuera del control de una persona, en este caso la invasión sin cuartel, la sensación de impotencia, de no poder hacer nada que hacer contra ellos, de que lo mejor y más sensato es huir, buscar a toda costa sobrevivir.

La película es un verdadero espectáculo de efectos de inicio a fin. Es de necios pagar un boleto -sabiendo exactamente lo que se va a ver-, con la intención de encontrarle defectos a la película. Lo menos que se puede hacer es acomodarse en la butaca y disfrutar de este escalofriante show.

- Golpes del Destino
(Million Dollar Baby, Estados Unidos 2004)
Director: Clint Eastwood
Guión: Paul Haggis, basado en los relatos cortos “Rope burns” de F. X. Toole
Fotografía: Tom Stern
Música: Clint Eastwood
Con: Clint Eastwood, Hilary Swank, Morgan Freeman, Jay Baruchel, Mike Colter, Lucia Rijker
Duración: 137 minutos



“Million Dollar Baby” es una de las películas de mejor factura que hemos visto en mucho tiempo.

Clint Eastwood consigue una historia atractiva, emocionante, conmovedora y para rematar la faena, con un final sorprendente.

Llena de matices y con diferentes densidades narrativas a lo largo de toda ella, la historia es de lo mejor que ha producido Hollywood en años.

“Million dollar baby” tiene, como todas las grandes historias, varios planos.

El eje principal es la obstinada lucha contra el destino de Maggie Fitzgerald (Hilary Swank), una joven treintañera que sueña con ser boxeadora para olvidar la miseria de las tierras del sur en las que ha crecido.

Para ello acude al gimnasio que dirige Frankie Dunn (Clint Eastwood), un viejo que ha entrenado y representado a los mejores púgiles y al que ayuda en las tareas de mantenimiento un boxeador retirado por un accidente, Scrap (Morgan Freeman).

Frankie, sin embargo, no está por la labor de enseñar a una mujer y menos a una tan mayor, a pesar de que su mejor boxeador le acaba de abandonar por otro “manager”.

En otro plano está la relación que mantiene Frankie con la fe -acude a misa todos los días, aunque no para de atosigar al párroco con las dudas que le asaltan- y sus vanos intentos de recuperar a su hija, a la que escribe cada semana una carta que inexorablemente siempre le devuelven, y la amistad entre los dos hombres, una amistad que viene de lejos.

De tal forma que estamos ante una película de personajes.

Todos tienen marcado con fuego en sus entrañas la señal del dolor: Scrap perdió un ojo y nunca llegó a ser campeón del mundo, Frankie no consigue recuperar a su hija y Maggie nunca ha tenido el amor de una familia.

Los tres son rocas solitarias en los que las olas de la vida se abrazan continuamente, pero sólo dejan su espuma, nada más. El agua y el amor se escurren por las grietas y vuelven otra vez al mar dejándoles abandonados a su fuerza y soledad. Cuando se cruzan sus vidas, parece que todo puede mejorar: Maggie ha encontrado un entrenador y puede que al padre que perdió cuando era niña, Frankie una boxeadora de éxito y puede que a la hija que también perdió.

Juntos empiezan una carrera que va mucho más allá de lo profesional, en el momento justo cuando parecía habían alcanzado el éxito en sus vidas.

“Million dollar baby” se construye a base de rostros puntualmente iluminados en la oscuridad de la noche, de almas casi siempre ocultas tras el caparazón de sus destinos privados.

Clint Eastwood además de interpretar al protagonista, es el director, productor y compositor de una brillante banda sonora. Un hombre que a sus 74 años, se encuentra en plena madurez interpretativa y artística.

Es raro que en el cine actual puedan verse miradas tan profundas como la suya en esta película. Quizás sea uno de sus mejores trabajos como actor y posiblemente como director.

“Million Dollar Baby” es una intensa experiencia emocional como muy pocas veces se experimenta en una sala de cine.

- Mar Adentro
(España-Francia-Italia 2004)
Dirección: Alejandro Amenábar
Guión: Alejandro Amenábar y Mateo Gil
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Música: Alejandro Amenábar
Con: Javier Bardem, Belén Rueda, Lola Dueñas, Mabel Rivera, Celso Bugallo, Clara Segura, Joan Dalmau, Francesc Garrido
Duración: 125 minutos



La escena de un hombre postrado en una cama, inmóvil, asediado por sus fantasmas, afectado por el tedio y sometido a los dictámenes del sistema, puede parecer una escalofriante pesadilla.

Pero un panorama así es el que vivió Ramón Sampedro —gran luchador por la aprobación de la eutanasia en España— durante los casi 30 años que permaneció en su lecho hasta que, finalmente, murió producto de la ingesta de cianuro (su suicidio fue transmitido por la televisión).

Tras el éxito de “Los otros”, lo esperable era que Alejandro Amenábar apostara otra vez por una cinta con un elenco de estrellas y hablada en inglés.

Pero el realizador prefirió el riesgo: volvió a España; convirtió a Javier Bardem en un tetrapléjico que quiere morir y más encima lo puso a hablar
gallego.

El cineasta español toma su libro “Cartas desde el infierno” (escrito con la boca) para construir el filme, lo que le permite ofrecer un retrato intimista, una aproximación a la dolencia espiritual del personaje y también a su lúcida defensa del derecho a morir.

Bajo la mirada de Amenábar, los polémicos pensamientos del tetrapléjico cobran
sentido y contribuyen al diálogo sobre el tema, sin duda una de las grandes virtudes de la película.

Pero nada hubiese sido posible sin el protagonismo de un Javier Bardem trágico, contenido, creíble y alejado de los típicos facilismos dramáticos.

Lo que pudo haber sido una película plana es, en manos de Amenábar, una cinta llena de instantes y matices.

Hay pizcas de humor para contrarrestar el drama y un rico tratamiento cinematográfico destinado a representar la interioridad del protagonista.

El resultado es un filme inteligente, que juega hábilmente con los sentimientos del espectador, que seduce a pesar de lo espinudo del tema y de la apabullante personalidad de su protagonista, magistralmente encarnado por Bardem.

- Voces Inocentes
(México 2004)
Director: Luis Mandoki
Guión: Oscar Torres
Música: André Abujamra
Fotografía: Juan Ruiz Anchía
Con: Carlos Padilla, Leonor Varela, Daniel Giménez Cacho, José María Yazpik, Gustavo Muñoz, Ofelia Medina, Jesus Ochoa
Duración: 120 minutos



La infancia es algo que queda en el olvido cuando se vive entre el fuego cruzado.

Los días transcurren en un abrir y cerrar de ojos entre la escuela, las tareas y el poco tiempo que queda para salir a jugar con los amigos en el río. Gritos y susurros que se pierden en la corriente, como sucede con las esperanzas de los habitantes de El Salvador.

El toque de queda marca el inicio del infierno.

A lo lejos se escucha el intercambio de balas. El cielo poco a poco se ilumina con las luces centelleantes de un tiroteo que parece no terminar nunca, lo que es peor, pronto la batalla se comienza a experimentar dentro de la pequeña casa de paredes de lámina.

El fuego cruzado penetra la débil construcción destrozando lo poco que hay dentro. Los integrantes de una familia se esconden debajo de sus camas.

Las madres abrazan a sus hijos y los colchones fungen cono una especie de blindaje para retener las balas y evitar así que se incrusten en la piel. No siempre funciona. Al terminar la batalla, el silencio es roto por los gemidos de dolor de una madre o el llanto de aquellos pequeños que en cuestión de segundos han quedado huérfanos.

Chava (Carlos Padilla) tiene once años. Su joven madre (Leonor Varela) vive en la angustia conforme se acerca el cumpleaños de su hijo, pues tendrá que elegir, si se le puede llamar de esta manera, entre pertenecer al ejército o a la guerrilla.

No hay a quien elegir. Unos son igual de asesinos que los otros y ninguno pide permiso para integrar a los pequeños entre sus filas.

Chava trata de distraerse de la guerra con sus amigos, trabajando como ayudante de un chofer de autobuses (Jesús Ochoa) y escuchando los consejos de un párroco que se opone a la masacre de sus feligreses (Daniel Giménez Cacho).

Basado en la biografía del guionista Oscar Torres, Mandoki recrea El Salvador de los 80, atrapado en la Guerra Civil, pero las voces inocentes que se perciben no son de esos niños, son las de los infantes de Irak, de Sierra Leona, de Colombia, de África, que intentan mantenerse con vida ante una guerra heredada de la cuál no hay escapatoria, no en balde Torres ha elegido ser actor, quizá es más fácil interpretar otras historias que asimilar la suya propia.

El discurso de “Voces Inocentes” no es nuevo, por desgracia.

Su vigencia se transpira a través de cada uno de los fotogramas de la cinta en la que se esconden los gritos de miedo de esos niños sin ilusiones, enfermos del alma.

Mandoki coloca la cámara, Torres la historia y el corazón, el espectador se convierte en un cómplice silencioso de esa realidad que avergüenza ante la mirada de Chava, que funge como espejo de aquellos ojos que se han cerrado con un tiro de gracia.

- El maquinista
(The machinist, España 2004)
Director: Brad Anderson
Guión: Scout Kosar
Fotografía: Xavi Giménez, Charlie Jiménez
Música: Roque Baños
Con: Christian Bale, Jennifer Jason Leigh, Aitana Sánchez-Gijón, John Sharian, Michael Ironside, Larry Gilliard Jr.
Duración: 102 minutos



¿Es una cinta de terror? ¿Cine fantástico? ¿Un thriller?

“El maquinista” tiene un poco de esos elementos y más.

Trevor Reznik (Christian Bale), operario de máquinas en una fábrica, no puede dormir.

No se trata de un insomnio común.

Trevor no duerme desde hace un año.

La fatiga le ha significado un horrible deterioro de su condición física y su salud mental.

Repelidos por su aspecto físico, sus compañeros de trabajo primero le evitan, y después se volverán contra él cuando uno de ellos pierde un brazo en un incidente en el que Trevor se ve involucrado.

Atormentado por la culpa, la vergüenza de Trevor se transforma en sospecha, y después en paranoia, cuando parece que sus compañeros conspiran para conseguir que sea despedido, o algo peor.

¿Es la fatiga lo que le está haciendo perder la razón?

Con la firme determinación de encontrar una respuesta, Trevor investiga los extraños sucesos que están convirtiendo su mundo en una pesadilla.

Ojeroso, cadavérico, de costillas y clavículas más que visibles, el protagonista de esta fábula más o menos kafkiana pasea su decadencia física atrapado en su propio pasado, lacerado quizá por una memoria fracturada, el protagonista de “El maquinista” se mueve en un mundo hecho de realidades reconocibles e imaginaciones en forma de espasmo.

Se relaciona con una vecina que ejerce la prostitución (Jennifer Jason Leigh en un tipo de papel que se sabe al dedillo) y con una camarera del bar del aeropuerto (Aitana Sánchez-Gijón), demandando de ambas la comprensión y calma que no logra en la soledad de su apartamento ni en el trabajo.

“El Maquinista” tiene varios paralelismos con otras películas del subgénero del cine fantástico llamado “cine paranoico”, es decir, películas en las que ni los protagonistas ni los espectadores sabemos exactamente qué está ocurriendo, qué es real y qué no.

Quizá la referencia más clara sea “Spider” y “Fight Club”, ya que ambas películas presentan personajes insomnes, poniendo una y otra vez en duda la cordura del protagonista.

Lo interesante de esta producción completamente española es la manera en que el director consigue que todos los elementos de la película, ya sea la espléndida interpretación de su elenco, la tenebrosa fotografía, la cuidado y bien armado score o un diseño de producción que recrea una fascinante estética industrial, estén al servicio de una historia que se preocupa por recrear los delirios de su protagonista.

“El Maquinista” es un filme que posee un rigor narrativo bastante inusual en otras recientes producciones de corte fantástico, un rigor que se agradecerá y mucho por parte del espectador harto de vacíos efectismos.

- La ciudad del pecado
(Sin City, Estados Unidos 2005)
Dirección: Robert Rodríguez, Frank Miller y Quentin Tarantino como “director invitado”
Guión: Frank Miller, basado en sus comics del mismo título
Fotografía: Robert Rodríguez
Música: John Debney, Graeme Revell y Robert Rodríguez
Con: Bruce Willis, Mickey Rourke, Clive Owen, Jessica Alba, Benicio del Toro, Rosario Dawson, Elijah Wood, Brittany Murphy, Michael Clarke Duncan, Nick Stahl, Carla Gugino
Duración: 124 minutos



“Sin City” tiene todos los elementos para convertirse en una película de culto, sino es que a estas alturas ya lo es.

Basada en los comics de Frank Miller (creador entre otros del comic que dio origen a “Batman Begins”) caracterizados por sus profundos contrastes para describir una violencia temática y visceral.

Los personajes que la recorren son todos seres extremos, de ambos lados de la ley, recreados por un elenco de lujo. Cada actor parece hecho a la medida de su rol.

Bruce Willis, es Hartigan, un infatigable detective, que aún en su última día de trabajo por su delicada condición cardiaca, decide arriesgarlo todo para salvar a una niña inocente. El personaje le va como guante al duro de matar, que muestra su lado rudo pero cargado de la melancolía de quien se siente cerca de la muerte.

El perfecto antihéroe de la historia, Marv, es interpretado soberbiamente por un Mickey Rourke que con un maquillaje excepcional nos muestra un rostro de expresión impactante y a nivel actoral es la perla del reparto. Este personaje rudo, grotesco, y hasta perverso le agrega el toque de humor al film y conmueve con su historia de venganza por un amor perdido.

Será la búsqueda de Marv la que hará que se crucen varias líneas argumentales, con un sólido reparto que demuestra solvencia en cada rol y entre los cuales destacan Benicio Del Toro, Rosario Dawson, Elijah Wood, Clive Owen, y Nick Stahl entre otros talentos.

Fiel al comic, la cinta es en blanco y negro, con un inteligentísimo uso del color en escenas claves a través de ocurrentes recursos.

Sus contraluces impactan tanto como sus sugestivos grises en un homenaje al film noir, de crímenes y detectives, típico de la década de los cuarenta, en el periodo de la post guerra y caracterizado por la belleza oscura de sus fotogramas.

Vale la pena dejar de lado los prejuicios que el propio Robert Rodríguez se ha encargado de construir con churritos olvidables y disfrutar de esta verdadera obra de arte.

- Puños Rosas
(México 2004)
Director: Beto Gómez
Guión: Beto Gómez y Alfonso Suárez
Música: Gerardo Enciso
Fotografía: Héctor Osuna
Con: Jose Yenque, Rodrigo Oviedo, Roberto Espejo, Isela Vega, Cecilia Suárez, Adal Ramones, Kandido Uranga, Eduardo España, Randy Vázquez, Jaime Camil, Omar Chaparro, Jesús Ochoa
Duración: 100 minutos



“Puños Rosas” aborda el tema de la violencia, de las carencias, del deseo de la gente por salir adelante, pero no deja de lado los sentimientos.

Cuenta la historia de Germán Corona (José Yenque) y Jimmy Morales (Rodrigo Oviedo) personas que emprenden batallas personales de manera independiente, pero de forma simultánea.

El primero como mafioso fronterizo y el segundo en un ring, donde lo que está en juego es el orgullo, la supremacía sobre sus contricantes.

Por una mala jugada del destino, los dos protagonistas se reúnen en una cárcel de Matamoros, Tamaulipas, donde surge una atracción, una amistad peculiar o un amor que no necesariamente puede ser considerado como homosexual.

La cinta tiene ese folclor de road movie, western mexicano y una contención que finalmente explota.

“Puños Rosas” es una apuesta honesta y valiente en pantalla, muy diferente a las insulsas comedias mostradas en el cine mexicano.

Algunos pseudocríticos de poco criterio además de hablar mal de la cinta, han querido catalogarla como “cine gay” (¿Y si así fuera? ¿Cuál es el problema?) sólo por tener un pequeño subtexto homosexual.

“Puños Rosas” es una película con influencias chicanas que habla sobre la corrupción, el panorama desolador en la vida de un grupo de personas que viven en la frontera mexicana.

Es una cinta diferente, llena de atmósferas que incomoda por su ultrajante realismo.

- El perro
(Bombón El perro, Argentina, 2004)
Director: Carlos Sorín
Guión: Santiago Calori, Salvador Roselli y Carlos Sorín, sobre una idea original de Carlos Sorín
Fotografía: Hugo Colace
Música: Nicolás Sorín
Duración: 97 minutos



En “El perro”, Sorín apuesta nuevamente, como en “Historias mínimas”, a esa seducción que parte de sus criaturas y abarca un micromundo cotidiano en el que juega con los detalles, con las miradas, con los gestos y con las palabras que, para sus tramas, son apenas resúmenes de frases superpuestas en la soledad de sus personajes.

Si hubiera que definir de alguna manera esta obra, podría decirse que es, simplemente, una fábula de instintos y de amistades que gira en torno de Juan, un cincuentón que trabajó durante veinte años en una estación de servicio de una solitaria ruta patagónica, y de pronto es despedido de su empleo.

Así va entendiendo que fue descartado del mundo, que su existencia es trágica y, casi sin saberlo, igual a la de muchos de esos argentinos a los que la edad y la marginación les cortaron las manos y les hundieron sus ilusiones.

Cuando la esposa de un estanciero muerto lo cita para reparar un viejo vehículo, Juan cree ver una luz de esperanza en su necesidad de trabajar. Pero el pago por esta labor no es dinero sino un perro enorme que la mujer le entrega con cierto recelo, ya que dice, es un estupendo ejemplar reproductor.

¿Qué puede hacer Juan con Bombón?

Entre el hombre y el perro, sin embargo, se establece una cordial relación que aumenta hasta una amistad entrañable que pone a ambos en situaciones dramáticas o risibles, pero siempre dispuestas a apostar a la más entrañable solidaridad.

El ir y venir de Juan y de Bombón por esas zonas desérticas, el encuentro con personajes tan taimados como disparatados y la necesidad del uno por el otro se reflejan en la historia con agudeza, emoción y enorme calidad estética.

El verdadero hallazgo de este film está, posiblemente, mucho más allá de la mera anécdota.

Está en las entrelíneas de la pintura de sus personajes, en sus miradas y en sus reacciones, en la soledad que a veces desean compartir y en otras aquietar para dejar aflorar sus minúsculos sueños, sus pobres fantasías.

- Alto Impacto
(Crash, Estados Unidos - Alemania 2004)
Director: Paul Haggis
Guión: Paul Haggis y Bobby Moresco
Fotografía: J. Michael Muro
Música: Mark Isham
Con: Sandra Bullock, Don Cheadle, Matt Dillon, Jennifer Esposito, William Fichtner, Brendan Fraser, Terrence Howard
Duración: 100 minutos



El filme es un intenso e hipnótico drama que retrata sin tapujos los conflictos raciales en la ciudad de Los Ángeles, junto con sus consecuencias sociales y culturales.

Ofrece una narrativa fragmentada, siguiendo a varios personajes de muy diversas etnias y niveles sociales, examinando las complejas (y frecuentemente violentas) relaciones que se dan entre ellos.

Parecería que, en esta tensa mezcla de razas e ideologías, sería fácil distinguir a los villanos y los héroes, pero para crédito del excelente guión de Paul Haggis (quien debuta como director luego de haber sido nominado al Óscar por el guión de “Million Dollar Baby”), los personajes son tan volubles en su moralidad y acciones como cualquier ser humano... no hay buenos ni malos, sólo momentos de odio o tolerancia en sus diarias vidas.

El elenco evidentemente ha reconocido la fuerza del guión, pues tenemos una amplia gama de actores y actrices entregando muy sólidas interpretaciones, desde Sandra Bullock (¡auténticamente actuando!) hasta el rapero Ludacris, pasando por el gran Don Cheadle, la guapa Jennifer Esposito y el siempre brillante Matt Dillon.

Quizás la película esté demasiado centrada en los conflictos raciales específicos que se dan en el caldero multi-cultural de los Estados Unidos, pero eso no impide recomendar una película socialmente relevante, magníficamente producida y, lo más importante, muy entretenida e interesante.

- Whisky
(Uruguay-Argentina 2004)
Dirección: Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll
Guión: Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll, Gonzalo Delgado
Fotografía: Bárbara Alvarez
Música: Pequeña Orquesta Reincidentes
Con: Jorge Bolani, Mirella Pascual, Andrés Pazos, Daniel Hendler, Ana Katz, Alfonso Tort
Duración: 95 minutos



Luego de prácticamente crear la industria cinematográfica en Uruguay con su primera película, la independiente y multipremiada “25 Watts”, sus autores presentan su segunda cinta, donde el mayor presupuesto les permite trabajar en color y en mejores condiciones técnicas.

Rebella y Stoll hacen una obra totalmente diferente a su debut, donde se lucen con una narración verdaderamente más intensa.

“Whisky” logra un lenguaje propio e inesperadamente adulto, donde se muestra a un solitario Jacobo, dueño de una lamentable fabrica de medias, cuya madre ha fallecido y que confía en una de sus empleadas, Marta, para que lo ayude a engañar a su hermano que viene de visita.

Lo que Jacobo le pide a Marta (tácitamente, en la película nunca se menciona) es que ella lo ayude a fingir que su vida no es tan mediocre. La presencia del hermano no hace más que acentuar más las características complejas de los personajes, y de las situaciones plagadas de humor absurdo que se generan en torno a ellos.

Una exploración gélida a la conducta de esta gente que no se habla cuando es imperante que lo haga, o que se habla si motivos.

La historia es enternecedora, parte de un argumento que puede ser insignificante, y agregando el tono absurdo, “Whisky” es un trago de cine del bueno que hace de la composición de tres personajes una anédota inolvidable.

¿En base a qué?

Un tratamiento de imagen (y objetos) notable, humor constante que no esconde la tristeza de sus criaturas, y un tono tan atractivamente melancólico como el Uruguay mismo.

- Cinco días para vengarse
(Oldboy, Corea del Sur 2003)
Director: Park Chan Wook
Guión: Park Chan Wook, Hwang Jo Yoon, Im Joon Hyung, basado en el manga de Tsuchiya Garon
Fotografía: Chung Chung Hoon
Música: Cho Young Wuk
Con: Choi Min Sik, Yoo Ji Tae, Gang Hye Jung, Yoon Jin Seo, Kim Byeong Ok, Ji Dae Hang, Oh Dal Su, Lee Seung Ji
Duración: 120 minutos



Dae Su, un hombre común y corriente que vive con su esposa y su hija, es secuestrado sin ningún motivo aparente.

Al despertar de esta traumática experiencia, ve con sorpresa que se encuentra prisionero en una cárcel. Su único contacto con el exterior es un televisor por el que se entera que su esposa fue brutalmente asesinada.

En ese mismo momento Dae Su jura vengarse del hombre que destruyó su vida.

Después de 15 años en cautiverio, de pronto Dae Su es liberado con una cartera llena de dinero y un teléfono celular. Un desconocido lo llama y le propone un juego para descubrir la verdad.

“Old boy” parte de la típica historia en la que ni el espectador ni el personaje saben que ha pasado. Va introduciéndose en un magnifico mundo lleno de misterios y siempre va acompañada de una violencia que en algunos momentos será tan excesiva que desagradara al espectador, pero que también tendrá momentos de una gran belleza y lirismo.

La crítica y público han señalado que uno de los elementos más impactantes de la película y para muchos ya considerada como una escena maestra es la pelea filmada mediante “travellings” laterales por un pasillo angosto y oscuro. La secuencia, ha sido calificada de renovación genérica y motivo suficiente para ir a ver “Old boy”.

Otro de los motivos para ver esta fascinante cinta es poder descubrir a Park Chan-Wook, un director lleno de creatividad que ha dado a la película algunos momentos de carácter de cómic y creado un efectivo mundo audiovisual.

- Guardianes de la noche
(Nochnoy Dozor / Night Watch, Rusia 2004)
Dirección: Timur Bekmambetov
Guión: Timur Bekmambetov y Sergei Lukyanenko, basado en la novela de S. Lukyanenko
Fotografía: Sergei Trofimov
Música: Yuri Poteyenko
Con: Konstantin Khabensky, Vladimir Menshov, Valery Zolotukhin, Maria Poroshina, Galina Tunina, Viktor Verzhbitsky, Aleksei Chadov
Duración: 118 minutos



Basada en una novela tan exitosa en su país natal como desconocida fuera de él, “Guardianes de la noche” presenta un mundo en el que las fuerzas del bien llevan siglos batallando contra las fuerzas del mal, en una guerra invisible para el común de los mortales.

Cuando tiempo atrás ambos bandos se enfrentaron, decidieron pactar una tregua que dura hasta nuestros días, aunque la leyenda dice que un día aparecerá un gran “elegido” y que se decantará por uno de los dos bandos, desequilibrando así la balanza.

El protagonista, Anton, es un tipo que tras ser pillado años atrás contratando los servicios de una bruja para matar al feto que su novia llevaba en el vientre, es reclutado por los Guardianes de la Noche, los encargados de mantener la paz entre ambos bandos.

Su misión consiste básicamente en ponerle un alto a todos aquellos con tentativas de saltarse las normas, hasta que ese gran “elegido” parece hacer acto de presencia y la historia se complica.

Los rusos se embarcan en una trilogía de películas inspiradas en las novelas de su paisano Sergei Lukyanenko, donde se pone al día el conflicto antes relacionado en un escenario aterrador como es la actual ciudad de Moscú que tras la caída del comunismo ya puede presumir de ser un escenario corrupto, violento y decadente, ideal para ambientar en él este tipo de historias que antaño parecían exclusivas para ser manufacturadas por el mundo anglosajón.

Es sorprendente que con un presupuesto de apenas 4 millones de euros se haya podido hacer una película como ésta. Visualmente es espectacular aunque posiblemente peque un poco al recrearse en imágenes a menudo gratuitas.

Pero lo cierto es que la película entretiene y mucho.

“Guardianes de la noche” deja claro que para hacer películas llamativas y espectaculares no es necesario un presupuesto estratosférico ni contar con los actores de moda. El secreto está en la historia y en cómo se cuenta en la pantalla grande.

- Entre besos y tiros
(Kiss kiss, bang, bang Estados Unidos 2005)
Director: Shane Black
Guión: Shane Black, basado en la novela “Bodies Are Where You Find Them”, de Brett Halliday
Fotografía: Michael Barrett
Música: John Toman
Con: Robert Downey Jr.,Val Kilmer, Michelle Monaghan, Corbin Bernsen, Dash Mihok, Larry Millar
Duración: 103 minutos



Es la ópera prima de Shane Black, creador de importantes éxitos del cine de acción de la década de los noventa (“Lethal Weapon", “Last Action Hero” y “The Last Boy Scout”).

Para su debut como director, decidió escribir un guión alejado del género que lo hizo famoso.

Black prefirió el desarrollo de una cinta del llamado “cine negro” moderno, que toma los clichés y fórmulas de las novelas de detectives de los años cuarentas, y los adapta al ambiente e ideología de la contemporánea ciudad de Los Ángeles, inspirado en la novela “Bodies Are Where You Find Them” de Brett Halliday.

El resultado: una exquisita comedia negra.La historia sigue a Harry Lockhart (Robert Downey Jr.), un delincuente de cuarta que, por azares del destino, termina en Los Ángeles esperando hacer carrera como actor.

Como parte de su preparación para un personaje que están por darle, su representante lo junta con el sagaz detective “Gay” Perry (Val Kilmer), para que Lockhart aprenda sobre tal oficio y pueda desempeñar sin problemas el papel que le ofrecen en una película.

Obviamente Perry odia a Lockhart, pero de pronto se ven inmiscuidos en la investigación de una joven asesinada, saliendo a relucir personas y eventos que señalan que el caso puede tener una fuerte relación con el pasado de Lockhart.

Y así el extraño dúo, acompañado por la guapa Harmony (Michelle Monaghan), pone en peligro sus vidas investigando un misterio que incluye a la mafia y a un veterano actor.

A decir verdad, la trama es lo de menos.

Todo está dispuesto para disfrutar la divertida dinámica entre los tres personajes principales, y al mismo tiempo para observar la forma en que responden 3 dispares individuos ante los disparatados eventos.

La cinta se desenvuelve desde el punto de vista de Robert Downey Jr, no sólo porque la protagoniza, además funge como narrador interactivo.

De esta forma, gran parte del humor de “Entre Besos y Tiros” se fundamenta en los comentarios del narrador y protagonista, quien habla directamente al público con constantes referencias sobre clichés de cine, literatura y cultura popular, jugando con las expectativas de la audiencia y hasta burlándose de ellas o incluso, deteniendo el metraje cuando se le da la gana o cuestionando lo que sucede en pantalla.

Y eso, además de ser divertido, fue una excelente idea del realizador, quien da rienda suelta a su humor negro.

La película, ingeniosamente divertida, es un homenaje lleno de afecto, simpatía y talento a las viejas novelas policíacas.

Shane Black se salta todas las reglas narrativas y convierte la butaca de cine como integrante más del espectáculo.

- Contra la Pared
(Head-On, Alemania-Turquía 2004)
Dirección y guión: Fatih Akin
Fotografía: Rainer Klausmann
Música: Alex Menck, Maceo Parker
Con: Birol Ünel, Sibel Kekilli, Catrin Striebeck, Güven Kirac, Meltem Cumbul, Zarah McKenzie, Stefan Gebelhoff
Duración: 123 minutos



Cahit y Sibel son dos alemanes de origen turco. Él con treinta y pico de años lleva una vida miserable consumiendo alcohol y cocaína. Ella, Sibel, intentó suicidarse, tratando de huir del conservadurismo de su familia.

Los dos se conocen en un hospital y Sibel le pide a Cahit se case con ella para liberarse de la presión familiar. Llevan a cabo el plan y ella inmediatamente le aclara que cada quien viva su vida y en absoluta libertad.

Pero las cosas, de pronto, toman otro rumbo.

La pareja jamás volverá a ser indiferente uno para el otro.

No es una película sobre la emigración, pero tiene un importante peso el cruce de culturas entre Alemania y Turquía.

"Contra la pared" no se plantea como el habitual amor frustrado por las diferencias culturales o ideológicas, sino como un cruce fatalista de deseos.

Ella se empeña en que vivan juntos por conveniencia, aunque no se amen; él parece querer que le dejen en paz. Cada uno a su modo, con esa vocación autodestructiva, evitan dejar paso al amor. Hasta el punto de que cuando está ahí, apenas son capaces de darse cuenta.

En esa visceralidad y obstinación de uno y otra reside buena parte del atractivo de la película.

Al director se le ve demasiado fascinado por esa especie de poesía de la autodestrucción.

El clima que crea Fatih Akin (con apoyo de canciones que van de Depeche Mode a Sisters of Mercy) y la fuerza de los actores, consolidan una poderosa pasión amorosa.

- Una historia violenta
(A History of Violence, Estados Unidos 2005)
Director: David Cronenberg
Guión: Josh Olson, basado en la historieta de John Wagner y Vince Locke
Fotografía: Peter Suschitzky
Música: Howard Shore
Con: Viggo Mortensen, Maria Bello, Ed Harris, William Hurt, Ashton Holmes, Peter MacNeill, Stephen McHattie, Greg Bryk y Heidi Hayes
Duración: 96 minutos



La película cuenta la historia de Tom Stall (Viggo Mortensen) quien lleva una vida feliz y tranquila con su mujer - abogada (Maria Bello) - y sus dos hijos en la pequeña ciudad de Millbrook (Indiana) hasta que una noche su existencia idílica se ve destrozada cuando frustra un violento intento de robo en su restaurante.

Tom, percibiendo el peligro, salva a sus clientes y amigos matando en defensa propia a dos criminales buscados por la justicia.

Aplaudido como un héroe, la vida de Tom cambia de la noche a la mañana y de repente se encuentra convertido en el centro de atención de todos los medios de comunicación.

El problema es que la noticia ha sido transmitida por todo el país y ha sido vista por un cabecilla criminal en Filadelfia.

El gángster está convencido de que Tom es en realidad “Joey”, maleante que desapareció hace unos 20 años.

Súbitamente, los mafiosos vienen a cobrarle cuentas. Nada de lo que diga Tom en su defensa, convencerá al gangster de lo contrario.

Muchas preguntas surgen a partir de esta historia

¿Es la violencia inherente a la raza humana al punto de ser más poderosa que el bien?

¿Se puede dejar de ser un asesino y convertirse en un hombre normal, con valores y principios éticos?

¿Es el comportamiento violento hereditario o aprendido?

Un filme que nos deja reflexionando acerca de los valores de las grandes sociedades modernas y sobre nuestra relación personal con la violencia, que todos llevamos dentro, esperando estallar en cualquier instante.

“Una historia violenta” podría ser la cinta más digerible y comercial de Cronenberg, hábilmente narrada, de impecable factura técnica, excelentemente interpretada, fácil de comprender y capaz de gustar a los aficionados al cine de género, pues contiene muchas de sus claves y convenciones.

- La caída
(Der untergang, Alemania-Italia-Austria 2004)
Director: Olivier Hirschbiegel
Guión: Bernd Eichinger; basado en el libro “El hundimiento: Hitler y el final del Tercer Reich” de Joachim Fest; y en el libro “Hasta el último momento: La secretaria de Hitler cuenta su vida” de Traudl Junge y Melissa Müller
Fotografía: Rainer Klausmann
Música: Stephan Zacharias
Con: Bruno Ganz, Alexandra Maria Lara, Corinna Harfouch, Ulrich Matthes, Juliane Köhler, Heino Ferch, Christian Berkel, Matthias Habich
Duración: 150 minutos



La cinta alemana no es una biografía de Hitler ni un perfil de sus últimos días. El guión intenta ir más allá y ofrecer una visión más panorámica sobre cómo encararon los derrotados el colapso de su régimen de horror.

El protagonismo recae, por supuesto, sobre la megalómana personalidad del führer, al que se intenta describir desde una mirada más compleja y menos tendente al habitual caricaturismo.

La fidelidad histórica que trata de respetar el filme es secundada por una ambientación más que correcta y una verosímil recreación del búnker y despacho que ocupó Hitler en los postreros días de la contienda.

Reconocimiento aparte merece la soberbia interpretación de Bruno Ganz.

El actor suizo aporta al personaje certeros detalles que ponen en evidencia las contradicciones de un líder capaz de suscitar todavía gran interés tanto entre quienes siguen sus desquiciadas consignas xenófobas como quienes intentan desentrañar una mente tan malvada.

“La caída” es una película cuyo visionado es preciso para completar la narración de uno de los hechos más tristes y horrendos de nuestra historia.

Quizá también nos sirva como advertencia de que nunca se ha de confiar ciegamente en quien pretende crear un mundo nuevo sobre la destrucción y la muerte. Porque, probablemente, podría volver a poner el destino de los hombres al borde del abismo.

- El despertar del miedo
(Haute Tension, Francia 2003)
Director: Alexandre Aja
Guión: Alexandre Aja, Grégory Lavasseur
Fotografía: Maxime Alexandre
Música: François Eudes
Con: Cécile de France, Maïwenn Le Besco, Philippe Mahon, Frank Khalfoun, Andreï Finti, Oana Pellea
Duración: 91 minutos



En estos últimos años estamos asistiendo a un resurgimiento --sobre todo a los remakes-- del cine de terror de los 70.

Por un lado están las películas de zombis que recuperan a los muertos vivientes de Romero o Fulci y, por otro, las “slasher movies”, películas sangrientas con psycho-killer.

La mayoría de estas películas están dirigidas por fans del género, treintañeros que crecieron viendo las sangrientas andanzas de Leatherface, Michael Myers, Jason, etc., y que ahora, en plena efervescencia del terror psicológico vía Shyamalan, parecen añorar.

“El despertar del miedo” cuenta cómo dos amigas van pasar un fin de semana en la casa de los padres de una de ellas, unos burgueses que se han trasladado a una granja aislada en medio del campo. La primera noche parece transcurrir de lo más normal, hasta que llega a la casa una maltrecha furgoneta conducida por un misterioso asesino que perturbará la tranquilidad de la familia.

Los ecos de “La matanza de Texas” son evidentes: dos chicas de ciudad inmersas en un hostil y degradado mundo rural, perseguidas por un psicópata que recuerda a Leatherface, y entre cuyas armas se encuentra una variante de sierra mecánica.

Son referencias pero no guiños.

Alexandre Aja hace gala de un extraordinario dominio de los recursos del suspense, capaz de crear secuencias mil veces vistas en el cine de terror que resultan tan efectivas y angustiosas como si no las hubiéramos visto nunca.

La película también recupera la violencia explícita del gore ochenteno: salvajes degollamientos, cuchilladas y amputaciones inundan gran parte del filme.

“Haute tension” funciona como vibrante ejercicio de estilo, está brillantemente resuelta en lo visual y tiene un ritmo tan agresivo, que es difícil no caer rendido a sus encantos.

Les aseguramos que nadie podrá quedar impávido ante la original vuelta de tuerca casi al final de la cinta, lo cual permite ver la trama desde otro punto de vista.

- El mago
(México, 2004)
Director: Jaime Aparicio
Guión: Jaime Aparicio y Enrique Rentería
Fotografía: Diego Arizmendi
Música: Rosino Serrano
Con: Erando González, Maya Zapata, Julissa, Gustavo Muñoz, Juan Ángel Esparza, Claudia Goytia
Duración: 98 minutos



“El mago” es la apuesta universitaria por hacer un cine mexicano alterno, realista y sincero.

En ese mismo esfuerzo, la cinta es la tercera entrega del programa de óperas primas del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM.

Aparicio filma una historia apoyada en una tradición dramática conocida, bastante explotada con un toque nacional, con el dramatismo “exitoso” al estilo de “Nosotros los pobres” o “Los Olvidados” solo que con un toque más personal.

En “El mago” el realizador apuesta por seguir a un personaje para contarnos sus tormentos y transformaciones, mismos que están llamados a ser el vínculo afectivo con el espectador: conforme se desarrolla la historia descubrimos el potencial cálido del protagonista, enfrentado a un conflicto que en principio lo rebasa.

“El mago” demuestra su magia haciendonos valorar y saborear esos pequeños sueños que nos da la vida, algunas veces alcanzables, otras veces difíciles de realizar, pero que sin ellos, nuestra existencia no tendría la magia de la ilusión.

- King Kong
(Nueva Zelanda-Estados Unidos 2005)
Director: Peter Jackson
Guión: Fran Walsh, Philippa Boyens y Peter Jackson, sobre una historia de Merian C. Cooper y Edgar Wallace
Fotografía: Andrew Lesnie
Música: James Newton Howard
Con: Naomi Watts, Jack Black, Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Colin Hanks, Andy Serkis
Duración: 187 minutos



Peter Jackson tenía mucho interés en hacer un remake que no aporta nada nuevo.

Por si fuera poco, esta nueva revisión a la historia de amor entre gorila gigante y doncella, dura el doble que la versión original, más de tres horas.

No hay nada nuevo bajo el sol, es cierto, pero Peter Jackson se confirma como el rey del espectáculo.

En su forma más simple, la trama de esta historia es una variación de leyenda de la bella y la bestia.

Con Jackson en la silla del director, esto se convierte en un trampolín para una jornada fantástica que juega con las expectativas del público mientras expande la capacidad de su imaginación.

En sus dos aspectos más básicos, historia y realización, alcanza niveles de excelencia.

“King Kong” es uno de esos raros y agradables ejemplos en los que los efectos especiales tienen su muy justificada razón de ser.

El trabajo de los efectos especiales es brillante, sobresaliente en el caso del protagonista de la película.

Puede que Kong sea el personaje con más humanidad de todo el metraje. Su mirada, sus expresiones, aun estando dentro de repertorio animal están llenas de significado, y tienen un realismo casi aterrador.

En definitiva, Jackson logra una nueva versión de “King Kong” a la altura de las expectativas, incapaz de eclipsar el culto que generó la original, pero que la enfrenta de tú a tú.

Entre las estampas del proyecto faraónico surge la inmensidad de lo íntimo y la gran herida del amor.

Al igual que el enorme gorila, Jackson ha asegurado para siempre su lugar en la historia del cine.

- Saw, Juego Macabro
(Saw, Estados Unidos 2004)
Director: James Wan
Guión: Leigh Whannell y James Wan
Música: Charlie Clouser
Fotografía: David A. Armstrong
Con: Leigh Whannell, Cary Elwes, Danny Glover, Ken Leung, Dina Meyer, Mike Butters, Paul Gutrecht, Michael Emerson, MacKenzie Vega, Monica Potter
Duración: 102 minutos



James Wan (director) y Leigh Whannell (guionista y actor) no tienen ni 30 años. A pesar de su juventud, estos chicos tienen talento para hacer cine.

“Saw” es prueba evidente de ello.

A pesar de que “Saw” tiene fallas propias de un principiante, hay una historia muy buena debajo de todo eso, además de que hay mucho cuidado por los personajes. Pero sobre todo, un tremendo interés por entretener al público, que es lo importante, con una trama que les hará cambiar las palomitas de maíz por las uñas de las manos.

Un baño en muy mal estado es el escenario con el que abre la cinta.

En una esquina se encuentra el Dr. Lawrence Gordon (Cary Elwes) encadenado a una tubería, en el otro extremo de la habitación y en igual situación se encuentra Adam (Leigh Whannell), un fotógrafo que oculta muchos mas secretos de lo que parece.

La escena dantesca es completada por un cadáver en medio de ambos con una pistola (con la que cometió suicidio) en su mano izquierda y una grabadora en su mano derecha.

Ambos se despiertan casi al mismo tiempo sin saber qué ha pasado y por qué se encuentran ahí.

La película gira en torno a un asesino serial cuya característica es secuestrar a las personas (elige cuidadosamente sus blancos basado en la falta de moralidad que tienen en algún aspecto de su vida) y ponerlas en situaciones extremas donde finalmente son ellos mismos los que acaban con sus vidas.

Es decir, les da un determinado tiempo para conseguir ciertos objetivos, si no los cumplen morirán irremediablemente, orillándolos incluso hasta el suicidio. En el caso del Dr. Lawrence y Adam, se le informa al primero que tiene que matar a Adam en un plazo de 8 horas si quiere que su esposa y su hija sigan con vida.

Mientras tanto, el policía David Tapp (Danny Glover) está muy cerca de encontrar a su presa, un poco para resolver el caso y otro por una sed de venganza muy particular.

Así que el juego es para Lawrence, Adam ya está condenado irremediablemente.

Obvio que esto sucede sin variar en absoluto las condiciones en que se encuentran ambos, es decir, encadenados a un tubo y separados por un par de metros uno del otro. A partir de ahí, uno como espectador se ve inmerso en una vorágine de situaciones que confunden y lo llevan de un lado al otro.

Ya cuando se piensa que lo hemos visto todo, llega el final. Un final totalmente inesperado, que en lo personal me pareció interesante.

Además de sorpresivo tiene una connotación hasta filosófica que incluso le cambia totalmente el enfoque de la película.

“Saw” pertenece a ese tipo de propuestas en las que al espectador poco le importa la identidad del asesino, el verdadero motor de la historia se halla en la empatía con la víctima y en el tour de force que la haga salir airosa.

La cinta es una verdadera señal de renovación, que nos habla de que las ideas no se terminan tan rápido como temíamos.

- Flores Rotas
(Broken Flowers, Estados Unidos-Francia 2005)
Dirección y guión: Jim Jarmusch
Fotografía: Frederick Elmes
Música: Mulatu Astatke
Con: Bill Murray, Jeffrey Wright, Sharon Stone, Frances Conroy, Jessica Lange, Tilda Swinton, Julie Delpy, Christopher McDonald, Mark Webber, Chloë Sevigny, Heather Alicia Simms
Duración: 106 minutos



Al igual que sus dos anteriores cintas (“Hombre Muerto” y “El camino del Samurai”), “Flores Rotas” es un ejercicio individual de búsqueda personal

Don Johnston (Bill Murray), un cincuentón mujeriego venido a menos, ha sido abandonado por su última amante, Sherry (Julie Delpy).

Don Johnston es un tipo enfermo de soledad, instalado en una estratosfera personal donde no cabe nada ni nadie, en plena cuesta abajo, agarrado malamente a los residuos de su otrora galanura convertida en una cruel ancianidad.

Don se resigna a seguir con su vida pero todo cambia cuando recibe una misteriosa carta de una antigua novia (la cual omitió su nombre) que le informa de tiene un hijo de 19 años.

Impulsado por las tesis detectivescas de su amigo Winston (Jeffrey Wright), Don emprende un viaje visitando a sus antiguas amantes.

En ese traslado, en el que se presenta tocando el timbre sin previo aviso, con un ramo de flores en la mano y una sonrisa impávida en la cara, se encontrará con una joven viuda (Stone) madre de una inquieta lolita, una huraña agente inmobiliaria (Conroy, de la serie Six Feet Under), una gurú new age (Lange) y su ambigua secretaria (Sevigny) y una feroz Hell Angel (Swinton), que lo hace echar a trompadas de su casa.

De su hijo, ni noticias, pero ya no podrá quitárselo de la cabeza.

El viaje, cómico al principio, pero demoledor después, generará en él cada vez más preguntas acerca de su propia existencia.

Jarmusch ofrece a partir del retrato de estas cuatro mujeres una turbadora metáfora del desencanto americano.

Se trata de vidas rotas, vacías, lastradas por la infelicidad, y la soledad.

“Broken Flowers” es una tragedia abordada desde la perspectiva de lo insólito, desde la mutación de su propia esencia por aquello del reírse por no llorar.

Todo esto está contado con el sello inconfundible de un realizador considerado padre de una estética y forma de narrar que durante los 80 acabó configurando lo que hoy entendemos como cine indie.

Los planteamientos argumentales de las películas de Jarmusch suelen resultar muy atractivos, siempre los desarrolla con una original técnica narrativa pausada y ordenada en extremo.

La unión en la pantalla de los talentos de Jim Jarmusch y Bill Murray saca chispas.


Correspondencia con esta cinematográfica columna que festeja la llegada del nuevo año:

codigocine@yahoo.com



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