Borat, el segundo mejor reportero del glorioso país Kazajistán viaja a América



Llega el tan esperado filme combinación de parodia-intento de falso documental con road movie antropológico.

Este es humor negro a lo bruto: o usted se ofende, o usted se ríe, o se sale del cine.

“Borat” es un documental simulado en el que un reportero de Kazajstán llamado Borat Sagdiyev (Sacha Baron Cohen) decide viajar a los Estados Unidos en busca de experiencias y conocimientos que le sirvan para elevar el nivel de vida de su pequeño pueblo.

Entonces, acompañado por su fiel productor y su camarógrafo, Borat intenta sumergirse en la cultura norteamericana, hasta que encuentra un nuevo propósito para su viaje: se ha enamorado de Pamela Anderson, popular actriz de la serie “Baywatch”, y no descansará hasta declararle su amor.

La primera mitad de la película emplea la consabida fórmula: entrevistas burlonas a personas que desean ayudar al despistado extranjero, escandalosas (e hilarantes) instancias de humor políticamente incorrecto y sorpresivos choques de culturas.

Pero conforme avanza la cinta, los desvaríos de Borat empiezan a palidecer frente a los desajustados comportamientos reales de sus entrevistados, poniendo de manifiesto que, como siempre, la realidad es más extraña que la ficción.


© 20th Century Fox

“Borat” no es una película amable aunque asegure tener pretensiones nobles.

Borat insulta y transgrede intencionalmente, llevándose de frente y sin misericordia cualquier corrección política presente, lo que siempre está bien

Sacha Baron Cohen destruye, machaca y critica indiscriminadamente, sin ningún tipo de piedad.


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Es decir, destroza a todos, a los judíos, a los kazajos, a los estadounidenses, a los musulmanes, a los uzbecos, a los gays, a los universitarios, a los retrasados, a las feministas, a los ultra-cristianos, a los negros, a los burgueses, a los pobres, a los ciudadanos de New York, a Bush, a Pamela Anderson

Debido al arrollador éxito de crítica y público que este peculiar reportero asiático ha obtenido en ultramar, uno espera ver en Borat a un ingenuo turista de la globalización que, desde su forzadamente limitado concepto de la civilización mundial, expusiera sin complejos los factores más ruines de lo que, orgullosos, proclamamos Primer Mundo.

Pero “Borat” no es nada de eso, sino una broma zafia, gruesa y malsana gastada a toda una nación.

Siguiendo sin rubores las bases de las mil veces vistas bromas televisivas, Charles, Cohen y su tropa, colocan la cámara a pie de calle para sacar a la luz los trapos sucios del ciudadano americano.


© 20th Century Fox

Algunos llamaron realidad televisada a Big Brother ¿acuñarán ahora el término cinerealidad para definir a “Borat”?

Lo dudamos mucho, porque “Borat” tiene trampa.

Por un lado bien es cierto que la película tiene momentos impagables, en los que se pone la puntilla en temas tan controvertidos como el patriotismo, la religión, la moral, la familia, el antisemitismo, la homosexualidad, el machismo, el feminismo, la marginalidad, la pobreza, la prostitución, el sexo y la mitomanía, aquí representada por una Pamela Anderson que, voluntariamente –esta es la palabra clave-, se auto ridiculiza.

Pero por otra, hay que tener en cuenta que incluso en una comedia irreverente como esta, todo pasa por un filtro manipulador y censor, y el que en este caso discrimine positivamente no significa que no exista.


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No seamos tan maniqueos, malpensados y antiamericanos, como para pensar que cada individuo que aparece en el filme forma parte de la mayoría representativa del pueblo estadounidense.

“Borat” tiende a los extremos, a la provocación a menudo irracional e injustificada, que deja su concepto del humor muy al alcance, irónicamente, del mismo público que critica.

El previsible triunfo de “Borat” en los más importantes premios da la voz de alarma: estamos abrazando peligrosamente un humor tercermundista.

Independiente de la opinión que le despierte “Borat”, hay que reconocer que Sacha Baron Cohen es el mejor comediante-actor improvisado que ha producido el mundo en los últimos años.

Una cosa es ver a Woody Allen como él mismo y otra Cohen, un historiador educado en Cambridge, haciendo el papel de un jaimaiquino-londinense que entrevista personalidades sin guión y sin perder ni el personaje, ni la compostura, ni el humor inteligente que sutilmente cargan sus preguntas.

“Borat” es pues, un producto de estética desagradable y de intenciones demoledoras, que requiere un visionado libre de prejuicios y con ánimo de diversión y que no resiste demasiado análisis.

La gracia del asunto es el juego, la farsa, la presencia de esa caricatura segura de sí misma que es capaz de cualquier cosa con tal de probarnos que la indecencia no es esa vulgaridad que nos pone incómodos, sino aquella extraña manía de acostumbrarnos a tantos prejuicios.

Nuestra Opinión: @@@1/2

Borat, el segundo mejor reportero del glorioso país Kazajistán viaja a América
(Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan, Estados Unidos 2006)
Director: Larry Charles
Guión: Sacha Baron Cohen, Anthony Hines, Peter Baynham Dan Mazer y Todd Phillips
Música: Erran Baron Cohen
Fotografía: Luke Geissbuhler, Anthony Hardwick
Con: Sacha Baron Cohen, Ken Davitian, Luenell, Pamela Anderson, Bob Barr
Duración: 84 minutos
Distribución en México: 20th Century Fox
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra

Correspondencia con esta grotesca columna:

codigocine@yahoo.com



Teaser, Borat



Trailer, Borat











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