La conquista del honor
Por más que se le publicite como tal, no es una película bélica.
Más bien es sobre la naturaleza del heroísmo.
O sobre el negocio de fabricar héroes. Y el talante que se necesita para desempeñar ese papel.
Alternando su narrativa entre varias épocas, “La Conquista del Honor” nos muestra la cruenta batalla de Iwo Jima desde la visión norteamericana, las circunstancias históricas (supuestamente) del famoso izamiento de la bandera, y las eventuales consecuencias que el icónico evento acarreó a los soldados participantes.
Con la economía al borde de la bancarrota, el gobierno de los Estados Unidos decidió aprovechar la famosa imagen para vender bonos de guerra y financiar la continuación del conflicto, de modo que los sencillos soldados que aparecen (o no) en la foto se convirtieron rápidamente en títeres del sistema y héroes involuntarios que no sólo resentían la atención que generaban (y que no creían merecer), sino que consideraban al aparato propagandístico como un ejercicio de mal gusto que manchaba la memoria de los demás soldados que participaron en esa célebre batalla.
Así, a lo largo de más de dos horas, la cinta nos muestra la indecisión de los personajes entre cumplir su deber patriótico y traicionar el honor de los caídos.
© Warner Bros
La maestría de Clint Eastwood se revela al examinar, a través de la historia de esos soldados, la forma en que los Estados construyen sus mitos y tradiciones.
El director lleva la historia hasta la foto -en la que seis soldados levantan una bandera norteamericana sobre un monte en la isla japonesa- que el gobierno de los Estados Unidos, con ayuda de los medios de comunicación, toma como representación de su victoria y heroísmo bélico.
Pero el sentido que se le asignó a la foto fue ficticio, porque la verdad era otra.
© Warner Bros
En este sentido, el filme presenta una paradoja: destruye un sentido, el de la guerra y sus héroes, y construye otra historia, otros significados: la de hombres comunes que viven el horror, la muerte, y que a pesar suyo, pasan a ser víctimas de un aparato de propaganda que los convierte en estrellas mediáticas.
Eastwood la dirigió sin apelar a significados ocultos, dejando bien claro que éste era su intento por caminar en la senda que John Ford abrió en “The Man Who Shot Liberty Valance”, pero sin evocar pasados mejores, ni emociones largo tiempo contenidas.
La manera de filmar el desembarco en la isla nos recuerda al desembarco de Normandía de la película “Rescatando al soldado Ryan” de Steven Spielgberg (no olvidar que ha sido este último el productor de “La conquistadle honor”).
La pregunta quedará en el aire respecto a que tanto se dejó influenciar Clint Eastwood por Spielberg.
© Warner Bros
A modo de flashbacks se irá contando las vicisitudes de los soldados en la playa negruzca de Iwo Jima, en tonos fríos veremos morir a muchos de los verdaderos héroes, en tonos cálidos nos sacudiremos de tanta muerte con la hipocresía de las fiestas en honor a los valientes.
Es en la primera mitad donde más predominan las escenas bélicas, por supuesto bien resueltas y todo lo naturales que pudieran esperarse, estructuradas en forma de continuos flash backs, quizá demasiados, tornándose reiterativos e innecesarios.
Pero es a partir del fin de la gira a la que son obligados los tres soldados con el objeto de vender bonos de guerra cuando aparece el verdadero Eastwood, donde surgen las sombras y los contraluces, donde los personajes se debaten entre el peso de los recuerdos, de las frustraciones, mentiras y silencios de una larga vida, a través de una mirada que sólo puede dar la perspectiva que posee quien se siente ya al final del camino.
“Flags of our fathers” es un relato despojado de adjetivos, algo que no tiene significados ocultos, una moraleja bastante amarga, en especial cuando se la lee en términos contemporáneos y no históricos.
© Warner Bros
Eastwood ha sabido dejar atrás el mero espectáculo, el enaltecimiento, la propaganda o la justificación, para hablar del micromundo deontológico del soldado.
Y no ya tanto del guerrero, sino del ciudadano normal que se ve rodeado en combate por la demolición del más ínfimo nivel de humanidad, y que al regresar a su mundo se encuentra con la misma rapiña hacia la moralidad, el sentido del honor y el compañerismo.
Cierto es que Eastwood no brilla de igual manera que en ocasiones anteriores en el apartado técnico, tal vez la narración puramente bélica no causa el mismo impacto que en precedentes del género.
Pero el director consigue de nuevo impactar emocionalmente, con algunas escenas cargadas de significado que culminan con un cierre final magistral.
Y con una reflexión sobre la probable temática de su inminente “Cartas Desde Iwo Jima”.
No siempre hay una cámara para retratar las miserias que cometen los héroes.
La trama de la cinta se desarrolla a finales de la segunda guerra mundial, pero bien puede acomodarse para coincidir con lo que sucede en Irak, pues para el gobierno norteamericano, las guerras se ganan en los medios, no en el campo de batalla.
Vale la pena que dejar de lado esa horrible manía de salir corriendo en cuanto inician los créditos de la cinta y quedarse a ver las impactantas fotografías de archivo tomadas durante la batalla de Iwo Jima.
Nuestra Opinión: @@@1/2
La conquista del honor
(Flags of our fathers, Estados Unidos 2006)
Director: Clint Eastwood
Guión: William Broyles Jr., Paul Haggis, según el libro de James Bradley y Ron Powers
Fotografía: Tom Stern
Música: Clint Eastwood
Con: Ryan Phillippe, Jesse Bradford, Adam Beach, John Benjamin Hickey, John Slattery, Barry Pepper, Jamie Bell, Paul Walker, Robert Patrick
Duración: 132 minutos
Distribución en México: Warner Bros
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra
Trailer, Flags of our fathers
Correspondencia con esta honorable columna:
codigocine@yahoo.com
.
Por más que se le publicite como tal, no es una película bélica.
Más bien es sobre la naturaleza del heroísmo.
O sobre el negocio de fabricar héroes. Y el talante que se necesita para desempeñar ese papel.
Alternando su narrativa entre varias épocas, “La Conquista del Honor” nos muestra la cruenta batalla de Iwo Jima desde la visión norteamericana, las circunstancias históricas (supuestamente) del famoso izamiento de la bandera, y las eventuales consecuencias que el icónico evento acarreó a los soldados participantes.
Con la economía al borde de la bancarrota, el gobierno de los Estados Unidos decidió aprovechar la famosa imagen para vender bonos de guerra y financiar la continuación del conflicto, de modo que los sencillos soldados que aparecen (o no) en la foto se convirtieron rápidamente en títeres del sistema y héroes involuntarios que no sólo resentían la atención que generaban (y que no creían merecer), sino que consideraban al aparato propagandístico como un ejercicio de mal gusto que manchaba la memoria de los demás soldados que participaron en esa célebre batalla.
Así, a lo largo de más de dos horas, la cinta nos muestra la indecisión de los personajes entre cumplir su deber patriótico y traicionar el honor de los caídos.
© Warner Bros
La maestría de Clint Eastwood se revela al examinar, a través de la historia de esos soldados, la forma en que los Estados construyen sus mitos y tradiciones.
El director lleva la historia hasta la foto -en la que seis soldados levantan una bandera norteamericana sobre un monte en la isla japonesa- que el gobierno de los Estados Unidos, con ayuda de los medios de comunicación, toma como representación de su victoria y heroísmo bélico.
Pero el sentido que se le asignó a la foto fue ficticio, porque la verdad era otra.
© Warner Bros
En este sentido, el filme presenta una paradoja: destruye un sentido, el de la guerra y sus héroes, y construye otra historia, otros significados: la de hombres comunes que viven el horror, la muerte, y que a pesar suyo, pasan a ser víctimas de un aparato de propaganda que los convierte en estrellas mediáticas.
Eastwood la dirigió sin apelar a significados ocultos, dejando bien claro que éste era su intento por caminar en la senda que John Ford abrió en “The Man Who Shot Liberty Valance”, pero sin evocar pasados mejores, ni emociones largo tiempo contenidas.
La manera de filmar el desembarco en la isla nos recuerda al desembarco de Normandía de la película “Rescatando al soldado Ryan” de Steven Spielgberg (no olvidar que ha sido este último el productor de “La conquistadle honor”).
La pregunta quedará en el aire respecto a que tanto se dejó influenciar Clint Eastwood por Spielberg.
© Warner Bros
A modo de flashbacks se irá contando las vicisitudes de los soldados en la playa negruzca de Iwo Jima, en tonos fríos veremos morir a muchos de los verdaderos héroes, en tonos cálidos nos sacudiremos de tanta muerte con la hipocresía de las fiestas en honor a los valientes.
Es en la primera mitad donde más predominan las escenas bélicas, por supuesto bien resueltas y todo lo naturales que pudieran esperarse, estructuradas en forma de continuos flash backs, quizá demasiados, tornándose reiterativos e innecesarios.
Pero es a partir del fin de la gira a la que son obligados los tres soldados con el objeto de vender bonos de guerra cuando aparece el verdadero Eastwood, donde surgen las sombras y los contraluces, donde los personajes se debaten entre el peso de los recuerdos, de las frustraciones, mentiras y silencios de una larga vida, a través de una mirada que sólo puede dar la perspectiva que posee quien se siente ya al final del camino.
“Flags of our fathers” es un relato despojado de adjetivos, algo que no tiene significados ocultos, una moraleja bastante amarga, en especial cuando se la lee en términos contemporáneos y no históricos.
© Warner Bros
Eastwood ha sabido dejar atrás el mero espectáculo, el enaltecimiento, la propaganda o la justificación, para hablar del micromundo deontológico del soldado.
Y no ya tanto del guerrero, sino del ciudadano normal que se ve rodeado en combate por la demolición del más ínfimo nivel de humanidad, y que al regresar a su mundo se encuentra con la misma rapiña hacia la moralidad, el sentido del honor y el compañerismo.
Cierto es que Eastwood no brilla de igual manera que en ocasiones anteriores en el apartado técnico, tal vez la narración puramente bélica no causa el mismo impacto que en precedentes del género.
Pero el director consigue de nuevo impactar emocionalmente, con algunas escenas cargadas de significado que culminan con un cierre final magistral.
Y con una reflexión sobre la probable temática de su inminente “Cartas Desde Iwo Jima”.
No siempre hay una cámara para retratar las miserias que cometen los héroes.
La trama de la cinta se desarrolla a finales de la segunda guerra mundial, pero bien puede acomodarse para coincidir con lo que sucede en Irak, pues para el gobierno norteamericano, las guerras se ganan en los medios, no en el campo de batalla.
Vale la pena que dejar de lado esa horrible manía de salir corriendo en cuanto inician los créditos de la cinta y quedarse a ver las impactantas fotografías de archivo tomadas durante la batalla de Iwo Jima.
Nuestra Opinión: @@@1/2
La conquista del honor
(Flags of our fathers, Estados Unidos 2006)
Director: Clint Eastwood
Guión: William Broyles Jr., Paul Haggis, según el libro de James Bradley y Ron Powers
Fotografía: Tom Stern
Música: Clint Eastwood
Con: Ryan Phillippe, Jesse Bradford, Adam Beach, John Benjamin Hickey, John Slattery, Barry Pepper, Jamie Bell, Paul Walker, Robert Patrick
Duración: 132 minutos
Distribución en México: Warner Bros
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra
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