La vida secreta de las palabras



Fue de las pocas películas que para fortuna de los espectadores del país, recorrió todos los festivales de cine el año pasado.

“La vida secreta de las palabras” es el título de esta intimista historia, una metáfora acerca de la incomunicación humana.

La cinta se centra en Hannah (Sarah Polley), una joven mujer aislada del mundo tanto por su deficiencia auditiva como por su doloroso pasado.

Obligada a tomar unas vacaciones de su rutinaria labor en una fábrica, la joven casualmente se entera de que un obrero accidentado requiere cuidados especiales en una remota plataforma petrolera y, como Hannah fue alguna vez enfermera, decide solicitar el trabajo.

Una vez en la casi abandonada plataforma, Sarah atiende a Josef (Tim Robbins), un voluble hombre temporalmente ciego por las heridas que sufrió, y así comienza a desarrollarse una curiosa relación que podría inspirar a ambos a superar las barreras emocionales detrás de las que se esconden sus auténticas personalidades.

Vida, ternura, esperanza. Palabras que se oponen y se complementan, que dilatan un tiempo y lo contraen en cuanto saltan de la boca.


© 20th Century Fox

Palabras las justas, las estrictamente necesarias por abstractas.

Palabras que acercan a quien necesita oírlas y a quien le son arrancadas hasta la salvación y liberación de aquellas adheridas, que maltratan y subsumen en zonas obscuras, sin descanso.

En aquel escenario, hay un oído ávido de palabras que le describan cada momento que se le escapa a los ojos, y para Hanna, auto secuestrada en el mutismo protector que le regala su sordera, será una empresa titánica desencadenar cada demonio que le araña el pecho para romper en la palabra, como el mar...

Sin embargo hay otras cosas que las palabras no pueden definir por mucho que han intentado describirlas, como el tacto de unas cicatrices que mapean precisamente el pecho, ese lugar dónde romántica y ancestralmente se ubica el estremecimiento y el dolor del amor, lo inmenso, el deseo incontrolable, insoslayable de salvarse.


© 20th Century Fox

Josef le va asistiendo cada una de sus liberaciones.

Y cada vez que Hanna se despoja de su mutismo, las palabras caen para Josef como un salmo que le reiteran que cada quemadura de su cuerpo, cada minuto sin luz en sus ojos, es una bicoca condenada a no dejar más rastro que la sencilla anécdota de un suceso, en el cual la presencia de Hanna, le hace merecedor de una evocación necesaria y renovadora, provocando un momento magnánimo.

Ese momento se hace tan magnánimo precisamente porque no se le abarrota de palabras, como tampoco se le abarrota de luz, ni de excesivos movimientos de cámara por lo demás contemplativa.


© 20th Century Fox

Todo el lenguaje cinematográfico se supedita al compás que los actores le imprimen a la atmósfera, haciendo de cada palabra, una pisada firme.

Y para cuando el acto termina, ya no es posible la muerte sin su par dialéctico.

Pues a la muerte se la deja marchar, mimetizada con las palabras. Y la vida y la esperanza y la salvación renacen con un latir desesperado de millones de olas.

Entre la herrumbre, los aceitosos pisos de la plataforma y la neblina ambiente (realzada por la brumosa fotografía del francés Jean-Claude Larrieu), alternando a Tom Waits con Juliette Greco y a ambos con esos emperadores de la tristeza llamados Antony & The Johnsons, Coixet hace de esa plataforma un verdadero monumento a la melancolía, flotando en un mar color petróleo.


© 20th Century Fox

Evidentemente el principal punto a favor del filme son las actuaciones de Polley y Robbins, el cual juega muy bien su papel de tipo que considera que sufrió mucho por estar postrado en una cama, hasta que ella empieza a contarle su historia.

Casi toda la película transcurre sobre la base petrolera.

La sensación que busca transmitir la directora catalana Isabel Coixet es la del aislamiento autoimpuesto de los personajes principales y de los otros habitantes de la instalación, rodeada solo por el inmenso océano.


© 20th Century Fox

La fuerza emocional de “La Vida Secreta de las Palabras” respalda el parsimonioso ritmo y la ocasional artificialidad de su manufactura.

“La vida secreta de las palabras “aboga por el no olvido de las tragedias y el rescate de aquellos que las padecieron en carne propia, en tanto pruebas vivientes de genocidios negados o ignorados.

Además, las excelentes actuaciones y la sólida dirección de Coixet hacen de esta cinta una dura pero totalmente satisfactoria experiencia que supera sus leves tropiezos con abundante inteligencia e intensidad.

Nuestra Opinión: @@@1/2

La vida secreta de las palabras
(The Secret Life of Words, España 2005)
Dirección y guión: Isabel Coixet
Fotografía: Jean-Claude Larrieu
Con: Sarah Polley, Tim Robbins, Javier Cámara, Julie Christie, Leonor Watling
Duración: 115 minutos
Distribución en México: 20th Century Fox
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra

Premios:

Festival Internacional de Cine de Venecia 2005

- Premio Lina Mangiacapre a Isabel Coixet

Premios ADIRCAE, Madrid 2006

- Premio al mejor director
- Premio a la mejor actuación (Tim Robbins)

Premios del Círculo de Escritores Cinematográficos, Madrid, España 2006

- Mejor película
- Mejor director
- Mejor fotografía
- Mejor guión original

Premios Goya 2006

- Mejor Director
- Mejor Película
- Mejor Guión Original
- Mejor Dirección de Producción

Correspondencia con esta contemplativa columna:

codigocine@yahoo.com



Trailer, La vida secreta de las palabras












.

Comentarios