Al otro lado del mundo



Las novelas de Somerset Maugham han sido llevadas al cine en no pocas ocasiones.

No es de extrañar teniendo en cuenta de que es uno de los mejores autores de los años treinta, y sobre todo, de que hablamos de un escritor con una capacidad sobresaliente para reflejar las miserias humanas y la superación de las mismas a través de procesos frecuentemente purificadores.

Poseedor de una vida internacional y aventurera, otro de los componentes que se deben buscar en sus relatos es el ambiente histórico y la descripción de situaciones reales que ahora se estudian en los libros.

Esta es la tercera adaptación cinematográfica de la novela; filmada de forma previa por Richard Boleslawski en 1934, con Greta Garbo, Herbert Marshall y George Brent al frente del plantel estelar, y en 1957 por Ronald Neame, con el título de “The Seventh Sin”, interpretada por Eleanor Parker, Bill Travers y George Sanders.

Kitty (Naomi Watts), una chica algo superficial de buena familia, se casa precipitadamente con Walter (Edward Norton), un bacteriólogo de clase media.

El método para escapar de la casa paterna, pronto se traduce en una prisión a-sentimental en la que Kitty se ve encerrada de por vida, al no estar ni remotamente enamorada de su marido.

La situación se complica con el añadido de que la pareja se traslada a China en los años 20, donde Walter trabaja para el gobierno (en medio de la peligrosa tensión entre nacionalistas y comunistas).


© Artecinema

En Shanghai, Kitty conoce al atractivo americano Charlie (Liev Schreiber), y pasa lo que tiene que pasar. Walter reacciona arrastrándola al medio de la nada, a una pequeña aldea china arrasada por una epidemia de cólera.

En tal remoto paraje, la pareja se encontrará a sí misma.

Puede que algún despistado pueda ver en la historia elementos de culebrón.

La diferencia estriba en la magnífica habilidad del autor, y por extensión del guionista, de hacer tremendamente humanos a sus personajes y de conseguir que el espectador simpatice con ambos, que logre entender las motivaciones de los dos y los mire con compasión, encerrados como están en una espiral de enamoramientos, desenamoramientos, incomprensión, incomunicación, venganzas y desprecios.

Pero que no se malentienda.


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La historia al final y al cabo es un tremendo monumento al romance auténtico, al amor completo a través de la espiritualidad, al sacrificio y a la bondad.

Monumento que el director ha sabido tratar con respeto y admiración.

Obviamente la película no puede abarcar todos los aspectos del relato de Maugham, ni su atención a las circunstancias exteriores, ni a los procesos interiores, pero hace un trabajo titánico a la hora de captar el ambiente y las intenciones.

Escenificada sin escatimar un detalle, la película se hace fuerte en la interpretación de sus protagonistas y secundarios, pues todos los actores de esta producción están en el registro idóneo.


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Con aires de superproducción romántica en ambiente exótico, “The painted veil” pronto deja entrever las maneras de un realizador curtido en empresas pequeñas, al que le gusta cuidar cada detalle de su puesta en escena al máximo, concediéndole una gran importancia al trabajo del elenco interpretativo en lugar de lucirlos como meras marionetas en un festival de color, colmado de imágenes de postal, de música para recordar y de un romanticismo propio de un anuncio de perfumes.

Cualquier otro realizador egocéntrico se habría perdido tratando de dar de sí la historia de amor más grande jamás contada.

John Curran posee una modestia y buenas maneras que dan con un producto solvente, convenientemente narrado, sin ínfulas impuestas por las leyes del mercado.

Una luminosa fotografía, una lograda reconstrucción histórica y hermosa banda sonora que acompaña a las imágenes sin imponerse, son los elementos que decoran mientras se habla de la regeneración de una mujer y su toma de conciencia sentimental, de lo difícil que resulta a veces dar el perdón cuando ha quedado herido el orgullo y, en definitiva, de las pequeñas cosas, los gestos que van poniendo a cada uno en su lugar para que llegado el momento oportuno sepamos qué nexos nos mantienen unidos.


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Este viaje emocional está mostrado por Curran con delicadeza y de manera reposada, haciendo que su cámara vaya recogiendo esas pequeñas cosas en una coreografía suave y sin que cada elemento quede como calculado para lograr un determinado efecto.

A pesar de la brillantez ornamental de la historia, lo que diferencia a El velo pintado de productos similares es la verdad que desprenden sus personajes, acentuada por la mirada cercana, cariñosa, pero sin juicio alguno, que efectúa la cámara sobre ellos.

Mientras que Naomi Watts poco a poco va estableciéndose como actriz dramática, realmente la estrella rutilante del filme es Edward Norton, que pese a su físico, y pese a la discreción vital de su personaje, logra convertirse en el galán por antonomasia.

Una película ideal para disfrutarse en pareja.

Nuestra Opinión: @@@1/2

Al otro lado del mundo
(The painted veil, China-Estados Unidos 2006)
Dirección: John Curran
Guión: Ron Nyswaner, basado en la novela homónima de W. Somerset Maugham
Fotografía: Stuart Dryburgh
Música: Alexandre Desplat
Con: Naomi Watts, Edward Norton, Toby Jones, Anthony Wong, Diana Rigg, Liev Schreiber, Cheng Shihan, Li Feng, Juliet Howland
Duración: 125 minutos
Distribución en México: Artecinema
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra



Trailer, The Painted Veil












Correspondencia con esta romántica columna:

codigocine@yahoo.com


















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