Tiempo de Vivir



François Ozon continúa con la trilogía sobre la muerte que abrió hace unos pocos años con “Bajo la arena”.

En esta ocasión, el guión gira en torno a un joven, Romain (Melvil Poupaud), a quien le diagnostican un tumor muy avanzado y le aventuran unos pocos meses de vida.

A pesar de este inexorable punto de partida, expuesto justo al comienzo, la película no hace gala de esa atmósfera obsesiva que impregnaba a su predecesora, pues de lo que aquí se habla es de la voluntad de prepararse para lo inevitable y de mantener las propias decisiones hasta el final.

En “Tiempo de vivir” vuelven a aparecer muchos de los temas habituales en el cine de Ozon, aunque tratados de una forma distinta a la de anteriores ocasiones.

De este modo, encontramos nuevas pinceladas sobre la irrevocable desmembración de la familia tradicional en la sociedad actual; asunto que supone una fuente constante de conflictos y, por lo tanto, de argumentos cinematográficos.


© Tarántula Films

Se expone a través de la incomunicación, en ocasiones violenta, entre el protagonista y su familia o lo que es lo mismo, entre dos maneras opuestas de concebir la vida.

Una incomunicación que Ozon ilustra hábilmente, por medio de un guión esmerado

Hay un aspecto en este filme que también cabe destacar: la fidelidad con la que su creador mantiene la caracterización de sus personajes hasta el final.

Así, Romain, fotógrafo de profesión, hace instantáneas con una pequeña cámara de todo cuanto llama su atención en los últimos días de su vida.


© Tarántula Films

No para dejarlas como legado a sus seres queridos, sino porque es lo que sabe hacer y le reconforta hacerlo. Es, pues, una manera de mantener su vínculo con la vida hasta la conclusión de su propia existencia.

El protagonista también mantiene inalterable su carácter difícil, irascible, respecto a su familia y su pareja. Esto puede generar incomprensión o rechazo entre el espectador, aunque en el fondo esta actitud es perfectamente razonable.

Sobre todo porque el guión refleja los dos perfiles del personaje: el externo (el personaje propiamente dicho), bastante antipático; y el interno (lo humano que hay en él), opuesto al anterior.


© Tarántula Films

Si algo debemos destacar es la preciosa secuencia final, símbolo de un ciclo que se cierra; representación de la aceptación de lo inevitable; desenlace y síntesis existencial –y formal- de todo lo visto durante el metraje.

Probablemente, la película más intimista y personal de François Ozon.

Ozon ha demostrado que, además de ser uno de los cineastas más sutiles de la actualidad, concibe el cine como lo que es: un arte fundamentalmente visual.

Ozon es ya un grande.

Nuestra Opinión: @@@@

Tiempo de Vivir
(Le temps qui reste, Francia 2005)
Dirección y guión: François Ozon
Fotografía: Jeanne Lapoirie
Música: Valentin Silvestrov; piezas de Arvo Pärt y Marc-Antoine Charpentier
Con: Melvil Poupaud, Jeanne Moreau, Valeria Bruni-Tedeschi, Daniel Duval, Marie Rivière, Christian Sengewald, Louise-Anne Hippeau
Duración: 85 minutos
Distribución en México: Tarántula Films
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra



Trailer, Le temps qui reste








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