La verdad incómoda



Una verdad a medias, tal vez, con información cierta pero contradictoria que al final produce sentimientos encontrados.

Y ya verán porqué.

La cinta es nada más y nada menos que la filmación de la conferencia sobre calentamiento global que Al Gore ha venido dictando desde que perdió la posibilidad de ser Presidente de los Estados Unidos frente a George W. Bush.

Así, quien fuera bautizado por el actual mandatario estadounidense como “El Hombre Ozono”, se cuelga del poder que tiene el cine para mover masas con el fin de entregar un mensaje alarmante: el planeta está deteriorándose por nuestra culpa y la situación empeora cada vez más.

El terrorífico menú incluye pruebas que avalan la tesis, como imágenes de sequías, preocupantes comparaciones entre los puntos más afectados del planeta en distintas épocas de la historia, gráficos que reflejan un panorama insólito, llamados a cuidar nuestro entorno, momentos de humor como una animación vinculada a la serie “Futurama” (la hija de Gore es guionista del programa), además de una suerte de “mea culpa” al ser Norteamérica el mayor contaminante del mundo.

La información que presenta el filme es exhaustiva.


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Un dato crucial es que la industria depende de la deforestación y la deshidratación de la tierra a través de las talas forestales y la construcción de represas, actividades humanas causantes de la emisión de gases fósiles que reducen la capa atmosférica e incrementan la sensación térmica mundial.

Las consecuencias de este proceso –ligado estrechamente a la expansión de la civilización industrial- se manifiestan en el aumento de la temperatura atmosférica, la desertificación del suelo, el acrecentamiento de sequías, inundaciones, huracanes y tifones, el cambio climático, la aparición de plagas, el derretimiento de las capas polares, el aumento del nivel del mar, la desalinización del océano y, probablemente, el inicio de una nueva edad glaciar que, como en la última glaciación, podría congelar el hemisferio norte en un plazo de 10 años, inundando las principales ciudades costeras del planeta.

Frente a este catastrófico escenario, Gore sostiene que si se destruye el planeta no habrá economía que perdure, haciendo un llamado sutil a los empresarios responsables de la devastación natural.

Si sus datos son correctos, la explosión demográfica alcanzará los nueve mil millones de habitante en los próximos años.


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El planeta es incapaz de sustentar la vida en la biosfera con una sobrepoblación centrada en el consumo, la producción, la ganancia, la expansión y el éxito desarrollista.

Con datos duros, no hay duda de que en los últimos 30 años la debacle ecológica se ha exacerbado.

El gran problema con “La verdad incómoda” es que si uno no tiene las herramientas cognitivas para afirmar o refutar los argumentos de Gore, no queda otra opción que creer en lo que nos cuenta, ignorando otras versiones sobre el calentamiento global (como la del científico William Soon, quien se refiere a un alza mayor en la temperatura durante la Edad Media).

Lo ideal sería tomar al documental como excusa para adentrarse en un tema relevante que nos involucra a todos.


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Pero, aunque la conferencia es impecable y didáctica, la gran estrella del filme se cae peligrosamente cuando muestra cierto grado de resentimiento (a ratos pareciera decir “si hubiesen votado por mí, no tendríamos este problema”) o cuando, cargado de sentimentalismo y actitud de demagogia, invoca el espíritu de superación del pueblo norteamericano.

No hay que olvidar que, después de todo, Al Gore es un político.

Y es que cualquiera que haya acudido a un congreso internacional de lo que sea, ha de rendirse a la evidencia de que a la hora de hacer presentaciones, muy poca gente está a la altura de los americanos; es el fruto de un sistema educativo en el que hay equipos de debate y un sistema económico en el que hay que vendérselo todo a todo el mundo.

Las presentaciones de gente como Steve Jobs, dirigente de Apple, son seguidas casi con fervor religioso.

Ante todo, Gore es lo que en Estados Unidos se conoce como un “enviromentalist”.


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Esto es, alguien que no tiene ni idea de ciencia ni de la física que hay detrás de la atmósfera, pero que no obstante es un creyente fervoroso y predica los inminentes peligros de la contaminación y el efecto invernadero.

Esto en sí no es malo, puesto que sólo con este tipo de fervor uno puede arrastrarse por el mundo con la intención de cambiarlo, pero tiene su lado negativo, pues Gore pasa del razonamiento a la evangelización.

Su objetivo no es presentar una serie de datos y dar una visión sobre ellos, sino convencer a sus oyentes de que el CO2 es el diablo.

Y en aras de esta evangelización, la verdad no es un obstáculo insalvable.


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Aunque las soluciones brindadas por Gore no logran ser convincentes, su diagnóstico no está muy lejos de la realidad, por lo que consigue explicar con suma claridad el abismo al que la civilización se aproxima.

La película es totalmente estadounidensecentrista, y su objetivo primordial es concienciar al público americano de que son capaces de grandes cambios, el nacimiento de la nación, la abolición de la esclavitud, el sufragio universal, así que también pueden frenar el cambio climático.

Esto por aquí escocerá bastante, sobre todo por Gore afirma, no sin parte de razón, que Estados Unidos es la primera nación del mundo creada sobre el respeto a los derechos individuales de las personas (cosa que actualmente ya no respetan ni dentro ni fuera de su territorio).

Pero también les resultará agradable a muchos descubrir como los americanos son más bestias y contaminan más que nosotros.

Con independencia de la opinión que se tenga sobre el calentamiento global, la película tiene grandes aciertos visuales y narrativos.

Resulta complicado comentarla como una mera producción cinematográfica, pues pretende ser algo más.

En este sentido, es indudable que está más cerca de la propaganda que del cine documental.

El resultado es una entretenida sesión de sensibilización medioambiental en la que, sin embargo, sobra algo de dogmatismo y se echa de menos el auténtico debate.

Nuestra Opinión: @@@

La verdad incómoda
(An Inconvenient Truth, Estados Unidos 2006)
Director: Davis Guggenheim
Música: Michael Brook
Edición: Jay Lash Cassidy, Dan Swietlik
Con: Al Gore
Duración: 100 minutos
Distribución en México: UIP
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra

Correspondencia con esta ecológica columna:

codigocine@yahoo.com



Trailer, An Inconvenient Truth














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