El violín y el efecto arácnido



Evidentemente Francisco Vargas debería de estar muy agradecido con su colega Sam Raimi y desde luego, con los exhibidores del país, porque le está yendo mejor de lo que pudo imaginar.

Vamos, está logrando lo que ninguna otra película no comercial mexicana ha soñado: ser vista por miles de personas. El cine de arte ha llegado a las masas.

Y es que como aquí hemos recalcado hasta el cansancio, el mejor premio que recibe una cinta mexicana reconocida en muchos festivales es mandarla al olvido.

Y esto estuvo a punto de ocurrirle a “El violín”… hasta que un superhéroe llego a salvarla.

La expectativa por ver la tercera entrega de “El hombre araña” ha ido creciendo en proporciones nunca antes vistas.

Ni siquiera el programarla hasta en 10 salas de un solo complejo de cines ha sido suficiente, tal y como ocurrió en el Cinépolis Plaza Aragón.

Las funciones, especialmente fines de semana, se agotan rápidamente.

Es imposible conseguir un boleto.


© Canana Films

Y esa ha sido la clave para el éxito de “El violín”.

La gente, en su mayoría jóvenes y adolescentes, se agolpan desilusionados en taquilla, buscando otras opciones para aprovechar el tiempo.

Total, ya están ahí, lo menos que puede pasar es entrar a otra sala.

Y como las opciones no son muchas, debido a que “el arácnido” ocupa la mayoría de las salas de cada complejo, los chicos optan por la función más cercana, sin importar la temática de la cinta.

Y así, quienes eligieron agotar las localidades de “El violín”, entran en su mayoría sin tener una idea de lo que trata la cinta, mucho menos nadie les aclara que no es precisamente una película muy comercial que digamos.

Y aún así, Francisco Vargas y Don Angel Tavira –director y protagonista-, logran dejar a todos esos chiquillos al borde de la butaca.


© Canana Films

Con todo y su cine pausado, contemplativo, dejando de lado efectos especiales y una edición vertiginosa, la película va apaciguando a la ansiosa e hiperactiva audiencia, hasta que de pronto, cesan los cuchicheos, las bromas entre el grupo de amigos, los flirteos entre las parejitas, imperando de la nada, un delicioso y respetuoso silencio en la sala.

La audiencia poco a poco va siendo seducida por la música y añoranza de “El violín”.

Cuando en la cinta las cosas comienzan a complicarse para Don Plutarco Hidalgo (interpretado por Angel Tavira), las chicas aprietan la mano de sus novios, algunos se reacomodan en su butaca, otros se comen las uñas.

No, no es una película de acción, pero la gente sufre, se sobresalta.

Lo extraordinario viene con el final de la película.

No hay reclamos de parte de la audiencia que iba al cine buscando a una araña y le dieron un violín en su lugar.

Es un silencio reflexivo, muchos abandonan la sala en estado de shock.

Evidentemente les movieron el tapete.

Solo bastó una historia bien contada.


© Canana Films

No importó que estuviera en blanco y negro, que abundaran los largos plano secuencia donde aparentemente no pasaba nada, o que la mayoría del metraje se centrara en un viejito.

La música de “El violín” llegó a los corazones de jóvenes y adolescentes que bajo ninguna otra circunstancia hubieran entrado a ver la película. Estuvieron ahí porque “no había de otra”, pero al salir, algo había cambiado dentro de ellos.

El Violín es una historia de realidad, de denuncia social pero, ante todo, es el espejo de una lucha permanente por la dignidad, encarnada en el personaje de Don Plutarco Hidalgo (Don Ángel Tavira), un anciano violinista cuyo anhelo por lograr la liberación de su pueblo, garantizando a las nuevas generaciones un futuro mejor, lo impulsa a entremezclarse con el peor de sus enemigos, verlo de frente y contagiarlo de la melancolía que sienten los desterrados como él, a través de las notas engendradas por su violín.

Importante destacar que, a pesar de todo lo anterior, en esta película los personajes no se polarizan en buenos y malos, reafirmándose así como un material honesto y comprometido con la realidad; ejemplo de esto es El Capitán (Dagoberto Gama, que luego de “Mezcal” sigue dando buenas interpretaciones) quien al narrar su vida permite al público comprender que, si se encuentra en un bando opuesto al de Don Plutarco –a pesar de tener las mismas raíces- es por una jugada del destino; él no tuvo oportunidad de elegir, sus acciones las determinó el instinto de supervivencia.


© Canana Films

“El violín” es una cinta inspirada en el levantamiento campesino y por ende, los fieros combates entre la guerrilla y el ejército en la montaña de Guerrero en los años 70, ahí donde nació el mito, el héroe social de Lucio Cabañas.

Ahora, las cosas han cambiado radicalmente gracias al narcotráfico. Los combates son protagonizados por narcos, sicarios y el ejército. Pero esa, es otra historia.

En México, la película que ha sido premiada 35 veces (y las que se acumulen), no logró obtener distribuidora.

Fue con el apoyo de la revista Proceso y Canana Films (productora de Diego Luna y Gael García) que lograron financiar 20 copias y sacarla así a cartelera, apelando a que los cinéfilos y la gente que busca buen cine, vaya a verla.

Gracias a la voracidad de la araña, “El violín” seguirá tocando un rato más en cartelera.

Porque evidentemente los que ya la vieron, la van a recomendar.

Independientemente de todo lo aquí expuesto, “El violín” tiene ya su lugar entre las mejores películas mexicanas de los últimos años.

No por algo ha sido considerada la "la película perfecta" del cine mexicano

Nuestra Opinión: @@@@

El violín
(México, 2006)
Dirección, guión y edición: Francisco Vargas
Fotografía: Mario Boege Paré
Música Original: Cuauhtémoc Tavira, Armando Rosas
Con: Ángel Tavira, Dagoberto Gama, Fermín Martínez, Gerardo Taracena, Mario Garibaldi, Silverio Palacios
Duración: 98 minutos
Distribución en México: Proceso-Canana Films
Sitio oficial: elviolinthemovie.com
Clasificación: @ Insoportable, @@ Regular, @@@ Buena, @@@@ Obra Maestra



Trailer, El violín














Correspondencia con esta columna adicta al buen cine mexicano:

codigocine@yahoo.com


















.

Comentarios